Imagem

NUEVAS DILIGENCIAS QUE EN LA CIUDAD DE MACÁN SE HACEN PARA LA LIBERTAD DE LOS CAPTIVOS Y MUERTES DE VISOREY DE CHAUCHIUFU TAVIA Y DEL MANDARÍN GOUCIA Y QUÉREINO ES EL DE CHAUCHEO

Adriano de las Cortes *

Lo que por los mismos meses de julio y agosto, a un paso de nuestro negocio en Cantón y Macán, dícelo el mismo Padre Juan Rodríguez en otras dos cartas desde entrambas (Fol. 111) ciudades. La de Cantón, 23 de julio, decía assí:

Pax Christi etc. Ya en otra escribí a V. R. cómo con haber perdido el Tutan su officio quedaron los negocios y cosas de la ciudad de Macán sin concluirse y tener buen efecto y lo mismo las de ese navío perdido que en tan buen estado ya estaban, assí para las personas del, como parece cobrar la plata y lo demás que en él vénía; más los juicios de Dios son diferentes de los nuestros. Sucedió estar en el cargo de Aytao un enemigo de Tutan que en todo contraría las cosas que el Tutan favorecía, cuales son las de la ciudad de Macán y a ella perteneciente; y assí hasta agora no ha querido despachar chapa y cambiar por V. R. y los demás perdidos; antes levantaba la mano y dexaba lo deste navío a disposición de ese Mandarín Tavia para que ello juzgase ahí como le pareciese y assí habían de quedar V. R. y los demás tenidos por min gente y en estas cárceles. Yo ha cerca de dos meses que estoy en esta ciudad de Cantón solicitando el negocio y tanto se ha hecho que agora me ha despachado el Aytao una petición para ir por todos con chapa, como espero se irá dentro de tres o cuatro días; ya para ello va un portugués de parte de la ciudad de Macán. Yo me parto para la misma ciudad por la mucha falta que allá hago en mi officio de Procurador de provincia, que sólamente me he detenido acá respecto de V. R. y esos cristianos perdidos porque no pereciesen con grande violencia por la falta que he dicho hago. Por los gastos del camino he entregado aquí (Fol. 111 vto.) trescientos y diez pesos. No parezca a V. S. R., por la tardanza que ven, ha habido también falta de caridad y diligencia porque aunque estuviera en este captiverio nuestro Padre General no pusiera más diligencia de la que he puesto. De Cantón, etc.

Lo dicho y el dar el Aytao la chapa para que fuésemos no tuvo efecto, como se verá por la carta siguiente del mismo Padre, escrita en Macán a veinte y dos de agosto, la cual dice assí:

Pax Christi etc. Aunque en la cama indispuesto, escribo ésta para hacer saber a V. R. cómo volvió acá el chino que llevó los vestidos y aquel poco dinero y nos dio las cartas de V. R. por las cuales entendemos lo mucho que ahí se padece. Sea el Señor loado, que por más diligencias que acá tenemos hechas para traer acá (a) V. R. y a la demás gente ha habido tantas contrariedades y impedimentos que nada se ha podido efectuar hasta ahora, porque dexando un portugués de Cantón con todo lo necesario para traer a V. R. y a los demás, el Aytao, a quien tocan las cosas desta ciudad de Macán por estar debajo de su jurisdicción y gobierno, teniendo ya despachadas mis peticiones para que se diese la chapa para traer a V. R., se arrepintió y dixo que no quería darla, ni se le dará nada del negocio deste navío perdido en el que allá lo juzgaron ese Mandarín Tavia y los demás Mandarines, sus compañeros, que los que ahí están aún del navío son japones y otra gente ruin. Al cual, en su presencia, le respondió que no era assí, porque eran gente de Macán a quienes los mercaderes chinos conocían como habían (Fol. 112) conocido a los doce que vinieron delante, lo cual luego certificaron otros mercaderes chinos que allí estaban presentes. Y con todo no quiso dar la chapa por el grande odio que tiene a los portugueses con los cuales, en esta última feria de Cantón, ha usado muchas tiranías.

También está muy enemistado con el Tutan que agora acabó, con ocasión de las acusaciones que contra él dio en la corte, el cual aún está en esta provincia y tiene el sello hasta que llegue el Tutan nuevo que le ha de suceder, el cual, le han escrito, que no quiere venir a entrar en el gobierno hasta que las cosas desta ciudad de Macán estén concertadas del todo, porque no quiere después tener embarazos con ellas y aunque está en su jurisdicción de Cantón y tiene el sello, no gobierna libremente por estar en desgracia del Rey, sólamente acude a algunas cosas graves y de más importancia estos días. Principalmente entre él y el Aytao hay grandes diferencias y contiendas sobre las cosas desta ciudad de Macán, a los cuales el Aytao contraría y deshace para dar pesar al Tutan al cual ve que no puede a él hacer daño por estar en desgracia del Rey.

Con todo, como aún tiene el sello y mando para poder juzgar y verificar las satisfacciones que esta ciudad de Macán tiene dadas al Rey de China respondiendo a las acusaciones que contra ella se dieron en la corte por las cuales la tuvieron de cerco y por mar y por tierra tres meses contínuos. Obligaron al dicho Tutan los principales Mandarines de Cantón a que con el mismo Aytao viniese a Macán y midiesen el lienzo de muro derribado y averiguasen todas las demás (Fol. 112 vto.) cosas, las cuales si se hallasen ser falsas se escribirían a la corte para que fuesen castigados los Mandarines que a ellas asistieron y si fuesen verdaderas, contra lo que el Aytao contrariando afirmaba, todos los Mandarines darían una información firmada para enviar a la corte contra el mismo Aytao.

Vinieron todos los Mandarines, y el Aytao con ellos, el cual por recelos que tuvo que los portugueses por sus tiranías le harían alguna grande descortesía, se quedó en una población dos leguas desta ciudad de Macán, sin llegar a ella. Llegando los demás Mandarines, los cuales hallaron ser todo verdad, como los portugueses tenían informado, y se volvieron muy satisfechos de la ciudad y todos muy contra el Aytao y sus mentiras; y el Aytao quedó confuso y avergonzado, y si a esta ciudad de Macán llegara le estaba armada una y buena. La ciudad dio a estos Mandarines varias peticiones contra las tiranías del Aytao, entre ella una cargándole como falsa, agora no ha querido mandar viniesen los de ese navío perdido.

Estamos cada día esperando el despacho acerca della para que remitan el negocio a otro Mandarín que mande vengan V. R. y los demás. Sabido que el Aytao fue cohechado con los treinta y nueve soldados y Mandarines de Chingaiso que acá vinieron presos por mandato del Tutan para ser examinados y castigados y muertos por las muertes y robos que allá hicieron. Mas vinieron en conjunción que el Tutan estaba depuesto en su officio y por el grande cohecho de plata que dieron al Aytao los dexó volver libremente y por esto rehusa tanto mandar (Fol. 113) venir a los de ese navío en forma jurídica para que no le descubra el cohecho.

El chino que ahí fue con vestidos lo tiene hecho muy bien y debe ser premiado por lo que tiene hecho y riesgo a que se puso de su persona con estos Mandarines y interesados en la plata del navío que procuraron que pasase todo en silencio; y a Dios primeramente y a este chino se deben las vidas de V. R. y los demás, porque si él no viniera con las primeras nuevas hoy estuvieran todos muertos con nombre de holandeses y japones como estos de ahí tenían determinado y enviar a Cantón las cabezas taladas. El chino está aquí determinado a ir cuando fuere por V. R. y la demás gente con chapa. Yo le he hecho el agasajo posible y le he dado alguna plata, y pienso aún hablar a la ciudad para que ella le de un buen por qué y premie su trabajo, V. R. y los demás procuren aún cuando hicieron no hablar de plata porque yo entiendo que ella es el principal impedimento en el negocio y libertad. Acabo encomendándome en las oraciones de V. R. y pido ser participante del mérito de tantos trabajos como ahí padecen por nuestro Señor, que assí lo permita. De Macán, etc.

Otra nueva que también tuvimos fue que Salvador, caballero natural del reino de Portugal y casado en la ciudad de Malaca y uno de los doce que a Macán fueron libres, en llegando enfermó de una postema y della dentro de pocos días murió. Era hombre de buena salud y condición y con todo eso, los trabajos de la pérdida y captiverio lo apostemaron y la postema se la declaró y lo acabó luego que llegó a Macán libre.

A los cuidados en que las nuevas sobredichas nos pusieron se añadió la partida del Visorey Tavia de la ciudad de Chauchiufu, habiendo publicado que iba a Namgion a concluir nuestro negocio, camino de más de un mes y medio de ida y vuelta, por donde era también camino la ciudad de Cantón a causa, según dixo, de que no tenía plata para sustentarnos. Los disfavores del Aytao eran sabidos, y temidos algunos secretos entre él y el Visorey Tavia, y desto no esperábamos que por sólo nuestro bien había de emprender tan largo viaje. Los chinos nos decían que Namgion tenía otro Tutan, mayor que el de Cantón, y temimos que a la sazón, pues iba a él Tavia, tendría alguna superioridad sobre los reinos de Cantón, que ninguna buena información de la gente que éramos ni quien fuese otra que la de Tavia el Visorey le daría, en cuya diligencia y trabajo de tan largo y nuevo camino y hasta que de falta de plata ninguna buena apariencia hallábamos sabido sus primeros intentos.

Algunos chinos, entre burla y juego, en esta sazón de suyo dixeron a algunos de los nuestros volver a el Mandarín y contarnos uno de nuestros intérpretes que nos dio la nueva cierta de cómo iba a Namgion. Preguntado a qué, dixo que a ver si éramos buena gente para enviar a Macán y si mala para cortamos las cabezas aunque luego añadió: pero vosotros ya sois conocidos por buena gente. Ora todo lo hubiese dicho con sinceridad, ora las últimas palabras queriendo remediar el concepto que él tenía (Fol. 114) de la ida a Namgion y dichonoslo con poca consideración y advertencia, y assí fueron días los que tardó hasta su vuelta el Mandarín Tavia de garrote y tormento con varios discursos y celos para los que en el reino de Chauchiufu estábamos captivos aguardando algún gran golpe. En esta apretura sólamente nos quedó el consuelo del amparo y protección, en las apreturas precedentes ya bien experimentada, del grande Dios del cielo a quien la necesidad nos obligara bien a acudir a su Divina Majestad y representarle nuestra cuita e inocencia.

Al fin de los cinco del mes de octubre llegó de vuelta a la ciudad de Chauchiufu el Visorey Tavia indispuesto y en ella, por estarlo, se encerró, no dando libre entrada en su palacio a todos los que acudían a ver. La primera vez que fue con siniestra información y halló que ya nuestros portugueses de la ciudad de Macán tenían dadas peticiones al Tutan y informado de la pérdida de gente y plata de nuestro vacío. Volvió y llegó a Chauchiufu con unos dolorcillos de tripas. Pero esta tercera, con la enfermedad de la muerte, con la cual le castigó Nuestro Señor a los veinte y uno del mismo mes, después de cuya muerte, y habiéndose visto primero tras su llegada con el Visorey Tavia, hallándose bueno y sano el Mandarín Goucia, el que fue a Cantón como dixe y truxo assí una causa abocada y remitida y el de los azotes a su criado por (Fol. 115 vto.) las buenas nuevas de quedar los doce nuestros en Cantón en los navíos de Macán. Éste pues, sin haber estado enfermo antes, hallándose a cosas del testamento del difunto, acabando de beber una traza de vino, se sintió indispuesto y el mismo día, que fue a los 2 del mismo mes, también murió.

Y con esto quedó cuanto en nosotros en secreto lo que traía Tavia acerca de nuestro negocio aunque a la verdad, después me dixeron que el Visorey había ido a visitar a Namgion al Tutan depuesto, y que assí él como el Mandarín Goucia, deseaban nos fuésemos libres a Macán. Fuenos siempre muy difícil el penetrar los secretos y trazas sagaces de los Mandarines, las cuales publicaba en sujuicio Dios del cielo para donde venirlo la mayor puntalidad y certeza de todo contando lo exterior que veíamos.

Hicieron al triste Visorey en su enfermedad y muerte las invocaciones a sus pagodes con la solemnidad que a tal persona convenía, y de los cuales ya arriba hablé en común y general. En particular sólamente supe que fueron y se juntaron los Mandarines del reino y puesto el cuerpo difunto en medio y rodeado de muchas mesas y éstas llenas de escudillas de las comidas que se habían primero ofrecido. A las mesas se asentaron los Mandarines, y comieron y bebieron largamente, que es el remate y fin de todas cuantas alegrías tienen sus fiestas los chinos, celebrando con banquete a éstas y no con abstenerse del trabajo y asímismo es el fin (Fol. 115) de sus tristezas y mortuorios y llantos, comiendo y bebiendo en medio dellos.

Procurando informarme bien del reino de Chauchiufu, adonde nos habíamos perdido, vine a alcanzar alguna noticia de la grandeza de China, de la cual no diré más en esta relación de lo necesario para que se entienda lo que es el reino dicho. En quince provincias muy grandes que cada una tiene debajo de sí algunos reinos, hallé que tienen dividida toda China. En la provincia que dimos fue en la de Quanchen, que es la que nosotros llamamos Cantón. Desta me dixeron que tiene diez reinos particulares, cada uno con particular Visorey o Gobernador y un General de guerra, audiencia, etc. El primer reino el mismo Cantón, en cuyos términos la ciudad de Macán, marítima. El 2.o el de Chauchiufu. El 3.oel de Namgionfu, con ocasión del cual queriendo yo saber, cosa de dos semanas antes dela vuelta del Visorey Tavia qué reino o provincia con Tutan era, vine a saber con más puntualidad lo que voy diciendo y hallé ser reino sujeto al Tutan de Cantón y no cabeza de provincia con Tutan propio como nos habían dado a entender varios chinos cuando Tavia partió para él como ya tengo dicho. El 4.oel de Zianchiufu. 5.o el de Cochiufu. 6.o Lichichiufu. 7.o el de Dianechiufu. 8.o el de Quinchiufu 9.o el de Fuchiufu y el 10.o y último el de Chauchiufu adonde nos perdimos.

A ésta cercan por la banda del sur la mar (Fol. 115 vto.), por la de Oriente el reino marítimo de Chinchiu, que es el que llamamos Chincheo, del cual inmediatamente parten los mercaderes chinos con sus mercadurías para Manila. Por la del norte y banda de la tierra adentro el reino de Tinchiu. Estos dos reinos sujetos al Aytao y Tutan de la provincia y ciudad de Oquien, la cual provincia consta de sólo 3 (?) reinos y por la banda de poniente del 1o la de Cantón y marítimo Fuchiufu, el cual sólo media entre sí mismo de Cantón y Chauchiufu. Ésta halle que tenía diez ciudades. La primera pues y cabeza de las demás, la misma ciudad de Chauchiufu; luego la de Quimo. La 3.a la de Toiyo y tras éstas las de Taupon, Timguan, Fulen, Teiyocuy, Fuelay, Yaupen y Tinghaicuin. Algunos chinos me añadían otra ciudad diciendo que la de Chauchiufu tenía diez debajo de sí, pero averiguado, lo que hallé es que una parte de la misma ciudad de Chauchiufu llamada Ancho era gobernada por Mandarín particular y éste lo era en el reino del número de los Mandarines grandes del y por esto a la misma Chauchiufu la dividen en dos ciudades.

De las dichas ciudades me dixeron también que cada una particular tenía debajo de sujurisdicción diez villas y cada una destas villas diez aldeas y con el número de vecinos en ellas que de lo que en particular, por haberlo visto e** ido especificando, hoy se podrá aún, de lo que dixe adelante, collegir de reino pues tan grande y populoso.

Siendo Visorey el triste Mandarín Tavia se dexó captivar y se hizo esclavo de la plata de nuestro navío y nos puso a los del en los trabajos referidos y a su alma en los tormentos eternos (Fol. 116) en los cuales no acabará de digerir eternamente el bocado grande de plata que al tragarlo le ahogó y privó desta vida temporal, buena salud y edad de 40 a 50 años, prosperidad y honras de que gozaba. Allá estará su alma acompañando a la del otro, su semejante, que las historias refieren fue visto en visión y revelación le estaban atormentando los demonios, derretiendo éstos plata y oro en las sartenes del infiemo y que dándoselo a beber por fuerza, y el de una sarten tras el de otra, continuadamente le decían; aurum sitiylsi, aurum bibe (sic). Mucha sed uviste de plata y oro estando y viviendo en el mundo, ahora la apagarás con beberlo en este infierno derretido eternamente.

** Aparece así en el texto [Nota do Editor: nota número 22 no texto original].

* Viaje de la China, edición, introducción y notas de Beatriz Moncó Rebollo, Madrid, Alianza, 1991 (Alianza Universidad. Ciencias Sociales, 672), cap.o XXVI, pp. 281-7.

desde a p. 67
até a p.