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EL JESUITA ALESSANDRO DE RHODESEN COCHINCHINA Y TONKIN (1591-1660)**

Juan Ruiz-De-Medina*

La república de Vietnam ocupa de norte a sur una larga franja en el este de la península de Indochina. La superficie del país supera los 329.000 Km. cuadrados y en 1995 la población se acercaba a 72 millones de habitantes. Núcleos urbanos importantes son la capital Hanoi (Kèchô), Hue (Sinhoa), Hochiminh (Saigon), Halong, Danang (Turan), Nhatrang, Dalat, Vungtau etc. El clima es tropical, condicionado por la cercanía del mar y por las crecidas semestrales de sus caudalosos ríos, máxime en las amplias cuencas y deltas del Songkai Río Rojo al norte dela cordillera de Annam, y del Mekong y sus afluentes al sur.

La población de Vietnam es de raza anamítica, hermanada en sus orígenes con la china. Hay minorías raciales vinculadas con etnias vecinas. Algo análogo ocurre con la monosilábica lengua anamita-abierta al léxico chino-y con sus dialectos. El influjo malayo se notaba hace siglos en el lenguaje y en los rasgos físicos de los habitantes de la zona meridional.

La historia del antiguo Vietnam, salpicada de leyendas, consta en viejos escritos chinos que el geógrafo e historiador jesuita Antoine Gaubil (1689-1759) usó en su Mémoire historique sur le Tong-King, extrait des livres chinois y en su Notice historique sur la Cochinchine. A la primitiva religión animista se incorporaron desde antiguo el taoismo chino y la moral de Confucio, y siglos después el budismo indio en su versión hinayana o pequeño vehículo. Los talapoi o bonzos budistas gozaban de prestigio, y algunos procedían como auténticos cortesanos en las intrigas de la corte y aun en la remoción de los soberanos. En el siglo 16 la religión mahometana penetró en las clases populares del reino meridional de Champa.

En el segundo decenio del siglo 17, Vietnam estaba desmembrado en dos monarquías, en teoría hereditarias: Annam al norte y Champa al sur. En tiempos pasados Annam, Mediodía Apacible, se llamaba Giao-chi, País de los dedos cruzados y más popularmente Nam Viet, Región Meridional. Annam lindaba con China - a cuya corte una legación llevaba cada tres años el tributo protocolario de "tres estatuas de oro y tres de plata" -, al oeste con Laos y al sur con Champa, contiguo a Camboya.1

La estabilidad de las dos monarquías suponía la fidelidad de los mandarines nombrados por el rey, que regían las provincias con amplia autonomía en los asuntos locales no directamente sujetos al poder central. La sucesión al trono recaía en el príncipe heredero, eventualmente en el hijo preferido o en algún pariente del rey, dando pie a frecuentes intrigas del primogénito y sus validos.

En 1433 Annam tenía dos cortes reales: Sikin (Siking) Corte de Poniente, en la ciudad de Taikin (Taiking o Tsin-hiao-tu), y Tonkin (Tongking) Corte de Levante, en la ciudad de Kiaocheu (Kéchô), hoy Hanoi. El pueblo aplicaba a todo el reino el nombre de Tonkin, propio de la capital, mientras que los comerciantes portugueses llamaron Cochinchina a todo Annam en recuerdo del enclave luso de Cochin, India, por más que luego reservaron ese nombre para la región central que tenía la corte en Sinhoa, hoy Hue. Al reino del norte lo llamaron Tonkin, como los nativos, y esporádicamente Annam.

En 1471 un rey anamita de la dinastía Li se aproprió de varios señoríos del sur y puso bajo su centro nueve provincias. Hacia 1600 el rey de Tonkin desheredó a su hijo y nombró sucesor a un pariente. El legítimo príncipe heredero Nguyen Hoan se retiró al sur seguido de sus leales, que le reconocieron como rey. En 1610/11 fijó su corte en Sinhoa. y el cetro siguió por generaciones en manos de sus descendientes naturales, siempre en guerra contra Tonkin, de forma que el comercio clandestino se castigaba por ambas partes con la pena de muerte, ejecutada a la menor sospecha.

En marzo de 1626 el rey de Tonkin capitaneó sin éxito una armada contra el rebelde del sur. Cochinchina, convertida de hecho en reino, estaba decidida a reunificar y expandir la antigua monarquía de Annam. En 1650 ó poco antes se apoderó de la mitad norte de Champa, y en 1654 liquidó por las armas al yerno del rey que aún regía la otra mitad. El reino de Cochinchina tenía once provincias y se extendía por "casi trescientas leguas españolas", desde el límite de Tonkin hasta Camboya.2

Una caprichosa nomenclatura, dictada con fines político-administrativos durante la ocupación francesa, incluyó en el nombre de Annam la zona norte de Cochinchina, y a su vez rebautizó el sur de este reino (con Champa y parte de Camboya) como Cochinchina Oriental y Occidental. Para evitar tres antiguos reinos de la actual República de Vietnam.

Cochinchina, Tonkin y Champa acogían a los forasteros asiáticos desde siempre. En la segunda década del siglo 16, negociantes lusitanos y otros europeos hicieron acto de presencia en juncos chinos con base en Siam y Tennaserin, y luego en naves propias, sin afán de conquista, contra lo que imaginan autores galos y vietnamitas, como H. Bemard-Maître y Nguyen Huu Trong. Los reyes de los tres reinos esperaban con ansiedad la llegada de las naves lusitanas de Malaca y Macao, tanto por el lucro del comercio como por la eventual compra de armas de fuego.3

PREPARACIÓN REMOTA DE LA MISIÓN

Medio siglo antes del destierro de los misioneros de Japón, noviembre de 1614, hubo neófitos de aquellajoven Iglesia que iban a Indochina con fines mercantiles, y no pocos se establecieron en Tonkin, Cochinchina, Champa, Siam y Camboya. Noticias de estos reinos llegaban a los superiores jesuitas de Japón y Macao a través de comerciantes japoneses cristianos, y sabían que llegaría el tiempo de dedicar algunos misioneros a su cuidado pastoral y a comenzar la evangelización.

Ya en 1571 el rey de Tonkin y Cochinchina pidió a Melchor Carneiro, obispo de Japón en Macao, el envío de algunos jesuitas. Este habló con el capitán Tristán Vaz da Veiga sobre ir personalmente a visitar el país, pero por cuestiones de salud renunció a su plan. En 1572 el malogrado visitador Gonzalo Alvarez, deseoso de secundar la idea, escribió al provincial Francisco Cabral y encargó a Vaz que tratara el asunto con él. No se sabe el resultado de estos trámites, pero en febrero de 1573, el capitán portugués escribió una larga carta a cierto padre, quizá el asistente de Portugal en Roma, insistiendo en el envío de jesuitas portugueses a "Cochinchina, una bahía que, según me la pintan, la de Vigo no es mejor".4

Según Alonzo Sánchez, en 1582 el obispo Carneiro pidió al nuevo visitador Alejandro Valignano que enviara al menos dos jesuitas a Conchinchina, pero la Iglesia de Japón en pleno desarrollo, y la misión china en gestación, absorbían todo el personal enviado de Europa. Los franciscanos en 1583 y 1584, y los dominicos y agustinos en 1596, recogieron la llamada y tantearon el apostolado en Vietnam con efímero fruto.5

Los jesuitas empezaron a programar su plan apostólico sólo cuando el shogun Tokugawa Hidetada les intimó su expulsión de Japón en febrero de 1614. Valerio Ledesma, provincial de Filipinas, ofreció generosa ayuda para acoger en Manila a un grupo de exiliados, 23 jesuitas, un sacerdote diocesano japonés, 14 religiosas de la congregación Beatas de Miyako (Miyako no Bikuni), y varias familias nobles que optaron por el destierro para conservar su fe cristiana. Pero a Valentín Carvalho, provincial de Japón, le quedaba el problema de buscar albergue y trabajo para el grupo más numeroso de exilados, formado por 65 jesuitas y otros 53, entre dojukus y alumnos del seminario, que llegaron de improviso a Macao en los días 18 y 19 de noviembre de 1614.6

Las islas Ryukyu (hoy Okinawa), Formosa, las Molucas, Corea, los cuatro reino de Indochina y Siam eran posibles campos do acción. Un hidalgo portugués llamado Fernando da Costa conocía el reino de Cochinchina y habló con Carvalho. Por otra parte llegó a Macao la invitación del nuevo rey, interesado en el comercio, y la de los cristianos japoneses inmigrados, que se ofrecían como cabeza de puente. Carvalho, sin consultar con Roma, empezó esta misión en enero de 1615. Diez años después, los jesuitas dieron los primeros pasos para atender Macao a Champa y a Tonkin.

Los manuscritos jesuíticos de la época que nos sirven de base para este ensayo presentan por separado la entrelazada evolución de estas tres misiones.7 Después de la misión china, comenzada en 1579-81 por la provincia de Japón, Cochinchina fue la primera misión de la Provincia de Japón en el Exilio. Casi 50 años después, el provincial Matias da Maia recapituló su historia, dando el debido valor a sus fundadores y a los que "de asiento y de propósito cultivaron esta insigne cristiandad e Iglesia en el espacio de estos 49 años".8

LOS FUNDADORES DE LA MISIÓN DE COCHINCHINA

El 6 de enero de 1615 salió de Macao el italiano Francesco Buzomi como superior, con los portugueses Diego Carvalho y Antonio Díaz, y los japoneses Saito Paulo y Tsuchimochi José. Iban además varios dojukus japoneses, uno de ellos llamado Nishi Tomé. El 18 de enero de 1615 llegaron a Turan [Danang], y para el 19 de abril, fiesta dela Resurrección, tenían hecho un rústico oratorio. En él celebraron los primeros bautismos.9

Diego Carvalho, futuro mártir de Japón, iba para ayudar a "los muchos japoneses que decían haber en Cochinchina", pero en Turan hallaron al clérigo diocesano "Francisco da Costa, que era vicario y vivía con los japoneses", y en consecuencia los jesuitas decidieron explorar otras ciudades. Buzomi pasó a Cachan [Quangnam], donde bautizó a unas 300 personas, mientras que Carvalho fue a Faifo [Hoinan], pero de forma provisional, pues había dado al provincial "varias razones para que al año siguiente [1616] le mandara" a Japón a pesar de la persecución, o precisamente por ella.10

Previendo la vacante de Carvalho, el nuevo visitador de Japón y China, Francisco Vieira, envió en 1616a Manuel Borges y a un segundo grupo de dojukus japoneses. Con ellos iba Manuel Barreto, veterano de Japón, encargado de ver la marcha de la misión para que los superiores de Macao estudiaran su futuro. "Y así este año [agosto 1616] mandó allá el padre visitador dos padres, uno para quedarse, y el otro [Barreto] para por esa vía ir a Japón, y de camino pasar por esta tierra e informar al padre visitador.... Y como este padre estuvo muchos años en Japón y tiene experiencia, fue también para asentar, con el padre que está en Cochinchina, el modo con el que se ha de proceder en adelante".11

Carvalho, Barreto y un hermano volvieron a Macao en agosto de 1616, los dos padres para proseguir de incógnito su aventura de Japón. En su lugar llegaron a Cochinchina el 5 de enero de 1617 los jesuitas japoneses Iyo Tokuun Sixto y Constantino Dourado con el portugués Francisco da Pina. Hacia marzo se les unió Antonio de Sousa, también portugués. Los cuatro habían recibido el sacerdocio poco antes en Malaca.

El momento era malo, pues la plebe, soliviantada por los bonzos, achacó la sequía de ese año a la nueva religión, y se amotinó exigiendo al rey la expulsión de los misioneros, "como habían hecho otras veces contra otros religiosos que allí habían estado".12

PRIMERA EXPULSIÓN DE LA CAPITAL, 1617

El rey cedió a su pesar y les mandó que se fueran de la capital por uno o dos años. En la misión quedó sólo Pina residiendo en Cachan, al sur de Turan, cerca de Faifo, corte del príncipe.

En junio de 1618 Buzomi volvió a Cochinchina, aliviado de su carga de superior que recayó por dos años sobre Pedro Marques senior. Con ellos fueron Tsuchimochi José, Saito Paulo y el científico Cristóforo Borro, alias Borri o Bruno. El 20 de enero de 1619 estaban con ellos Pina y el hermano Antonio Díaz. Antes del 28 de diciembre se les sumó el P. Antonio Femández, y en cambio, en el otoño de 1620, Borro regresó enfermo a Macao.

Estamos en el año de la conspiración tramada en Cochinchina contra el rey de Tonkin "que fue muerto por un hijo suyo menor por deseo de reinar, y él por su hermano mayor, verdadero sucesor del Reino, que es el que hoy [1626] reina". El magnicidio ocurrió en 1620 y el legítimo príncipe heredero accedió al trono, mas no pudo evitarse que Cochinchina se independizara de Tonkin, con quien mantuvo guerra continua a lo largo de los años.13

La carta annua de 1620 resume la labor de estos cinco primeros años de misión del "reino de Annam, o Cochinchina, como los portugueses le llaman". Trabajaban cuatro padres, tres hermanos y un grupo de dojukus japoneses cuyos nombres ignoramos. Dos de los jesuitas sabían la lengua "bastantemente para poder declarar y probar" la fe. Todos ejercían su acción catequética y pastoral con los cochinchinos y con los japoneses en cinco ciudades: Faifo [Hoian], Pulo Cambi [Quinhon], Turan [Danang], puerto donde solían anclar los navíos portugueses, Cachan [Quangnam] y otra ciudad a un día de camino. En Faifo bautizaron a 82 adultos cochinchinos y 27 japoneses. El japonés Bernardo López, antiguo alumno del Seminario de Pintores de Japón y ahora capitán de un navío, levantó con su gente y a su costa una residencia y una iglesia nuevas. Para esta pintó una imagen de la Virgen y otra de S. José, y mientras iba plasmando su obra se curó milagrosamente de la parálisis que sufría.14

En Pulo Cambi el veterano Buzomi y Cristóforo Borro con un hermano catequizaron y bautizaron a 118 nativos adultos. Entre los convertidos estaban el embajador de Cochinchina en Camboya, que tomó el nombre de Ignacio, Bafu Ursula se mujer, otros nobles y seis o siete matemáticos de la corte, para cuya conversión "ayudó mucho este año el nuevo concepto de letras y ciencia matemática, que así el rey y el príncipe como los grandes de la tierra formaron de los nuestros, por sus letras y por la ciencia matemática" de Borro.15

Desde 1620, ó quizá ya antes, los misioneros acomodaron su vestimenta a las costumbres y clima del país, según se deduce de una carta tardía del provincial Gaspar de Amaral: "También la Congregación pasada [Cong. General, tenida en Roma] reparó en el traje con que andamos allí. No tienen razón, porque nos acomodamos a la tierra, y así conviene, y ya va para 25 años que se usa, y todos los padres visitadores lo aprobaron".16

En el quinquenio siguiente 1621-1625 los jesuitas doblaron su número, a pesar de frecuentes suplencias y cambios de domicilio debidos a la inestabilidad política del reino y de sus vecinos de Camboya y Siam, donde misioneros de la misma provincia jesuítica de Japón se esforzaban por establecer nuevas misiones.

Francesco Buzomi, no exento de prejuicios nacionalistas y poco conocedor de la labor realizada por los jesuitas en Japón, opinaba en 1625 que "questa missione, sino adesso, é povera d'operarii, come di tutto'l resto; desiderano che uno o due padri de più giovani fessero [sic] applicati allo studio di queste lettere, come si la nella China, per il molto bene che di ciȯ si tirarebbe; ma sino adesso non veggo, per questo, apparechio alcuno, nè credo lo vedrȯ in quanto saremo governati al modo giappone". Pero la realidad fue que los superiores buscaron la eficacia en el trabajo, impulsando, incluso en Macao, el estudio de las lenguas y sus variantes nacionales, y atendiendo a la salud corporal de sus miembros.17

En enero de 1624 se presentaron Girólamo Mayórica (1624-1629) y el apreciado hermano chino Domingo Méndez (1624-1626/1629) para dedicarse a la conversión de los nativos, mientras que el neosacerdote japonés Yamada Kasariya Justo tomaba el cuidado de sus paisanos. Francisco da Pina, tras unos meses de descanso en Macao, volvió a Cochinchina el 7 de diciembre junto con otros seis jesuitas: Gabriel de Matos, visitador de la misión y embajador de la ciudad de Macao, Gaspar Luís, Manuel Conçalves, Alexandre de Rhodes, Antonio de Fontes y Maki Miguel.

Gabriel de Matos "llevó consigo además al padre Miguel Maki, japonés, no tanto como compañero como para mandarle de allí a Camboya, a los cristianos japoneses que hay allí y, con otro padre compañero [Manuel Gonçalves], ver la disposición de la tierra. Lo mismo hará acera de Tonkin y otros reinos circunvecinos".18

ALEXANDRE DE RHODES EN VIETNAM

Historiadores y novelistas galos han ensalzados su figura no siempre con objetividad, hasta el punto de que incluso en Vietnam se le considera hoy, erróneamente, como la personalidad más representativa de la antigua misión. Pero como hemos visto, el padre Alexandre de Rhodes entró por primera vez en la escena de Cochinchina en diciembre de 1624, cuando sus compañeros llevaban ya nueve años de evangelización, y por lo tanto no pudo ser el fundador de esta primera misión jesuítica de Indochina.

Rhodes nació en Avignon (Francia) hacia 1593, vástago de los Rueda, cristianos nuevos de Calatayud, España, emigrados a Francia. Dada su edad madura, su capacidad linguística y sobre todo el ser - por entonces- el único jesuita francés de la Provincia de Japón en el Exilio centrada en Macao, no extraña su complejo de superioridad frente a jesuitas de otras nacionalidades. Así lo dio a entender él mismo, desde Cochinchina, al asistente Mascarenhas: "Si me disfrazara en traje de mercader, siendo francés fácilmente podría pasar a Japón, pero eso no parece bien por ahora a los superiores".19

Rhodes había estado dos años y medio en la India y llegó a Macao el 29 de mayo de 1623. Aquí dedicó año y medio a estudiar la lengua japonesa. Porque su ilusión no era Indochina sino Japón. A pesar de su deseo los superiores decidieron que fuera a Cochinchina, y estando aún en Macao dio cierto tiempo al estudio de la lengua anamita bajo la dirección de Francisco da Pina. que había aprendido rápidamente la lengua japonesa y "parlait fort bien la langue, et je pris garde que ses sermons étaient bien plus utiles que ceux des autres". Una vez que los dos llegaron a Cochinchina, Rhodes siguió estudiando con Pina en Cachan [Quangnam] durante un año. En su Voyages sólo hace mención de "un petit garçon du pays, qui m'enseigna dans trois semaines tous les divers tons de cette langue e la façon de prononcer tous les mots". Rhodes omitió aquí que fue Pina precisamente quien inventó la grafía de esos tonos aplicados a la escritura en letras latinas, aunque como dice Bernard, "dans la Préface de son Vocabulaire annamite, imprimé à Rome en 1651, aux frais de la Congrégation de la Propagande, il reconnaît pour ses maîtres en la matière le Père de Pina et deux autres missionaires".20

La primera estancia de Rhodes en Cochinchina duró sólo del 7 de diciembre de 1624 a julio de 1626, un año y siete meses largos. En esta etapa seguía "con esperanzas de que al menos algunos hallaríamos desde aquí camino para Japón, pues de Macao era casi imposible. Pero aquí también hallamos la puerta totalmente cerrada, porque los japoneses cristianos ya no pueden navegar". Y por todo consuelo añadió Rhodes que "el Señor no murió sólo por los japoneses".21

Rhodes buscaba sobresalir en el trabajo normal de todo misionero, pero la suerte no le acompañó. En diciembre de 1624, apenas llegado a Cochinchina, deseó protagonizar el sondeo del clima social de Tonkin con vistas a iniciar otra misión, y se ofreció a acompañar a un padre que no supiera la lengua. Sin embargo hemos visto que Gabriel de Matos, visitador de la misión de Cochinchina, nombró para esa tarea a Manuel Gonçalves y al hermano Maki Miguel.

En 1625 los jesuitas de Cochinchina eran 13, y entre dojukus, catequistas y mozos de servicio más de 25. Según el visitador Gabriel de Matos, había labor para 20 jesuitas, pero los veteranos de Japón y el provincial Francisco Pacheco, que desde Japón ayudaba en la economía de la misión, no querían ceder más personal. Para el 5 de julio Matos había iniciado la tercera residencia de la misión en Cachan, corte del príncipe. Pensaba hacer la cuarta en la corte del rey viejo, "el que más nos favorece", mas su cargo de embajador de la ciudad de Macao le recomendó prudencia en la audiencia que el rey le había concedido en enero de ese año.22

La evangelización de Cochinchina, no obstante la hostilidad de los bonzos, llevaba 10 años con un ritmo aceptable gracias al esfuerzo de los jesuitas por aprender la lengua y a su cuidado por agradar al rey y a las autoridades. Pero las relaciones con la corte de Cochinchina se empezaron a entibiar cuando Pina fracasó al querer curar la lepra del rey con métodos carismáticos. A esto se sumaron las críticas indiscretas de un misionero contra los legítimos usos del país en los sepelios de los nativos. Estos replicaron con "varias cantigas en descrédito de nuestra santa ley, y se cantaban públicamente hasta delante del rey".23

La ruptura formal la provocó la ausencia de la nave de Macao el año 1625, con la obvia merma para las arcas reales. El monarca, so pretexto de peligro para la integridad física do los misioneros, les ordenó juntarse todos en Faifo "que es población de los japoneses y chinos". La expulsión se pregonó en Cachan el 25 de diciembre de 1625, día en que Pina, "para complacer al príncipe y por obediencia a su superior, fue a un navío de unos portugueses que estaba fuera de la barra". La barca que le devolvía al puerto zozobró y Pina murió ahogado cuando contaba 40 años de edad.24

Desoyendo la orden del rey de Cochinchina los jesuitas siguieron en sus puestos, y sólo Buzomi se desplazó de Pulo Cambi a Faifo. El príncipe concedió a los de Cachan una tregua de 100 días para los funerales de Pina, siguiendo la costumbre nacional. Pasada la Pascua de Resurrección de 1626, ante la aparente permisividad del príncipe, reanudaron las visitas a los cristianos de las aldeas, pero se interpuso un segundo decreto real vetando el uso público de objetos religiosos, rosarios etc. Un cristiano, antiguo bonzo, avisó a los fieles de los pueblos. En Nuocman, lejos de la corte, los mandarines enemigos falsificaron la chapa real exagerando las prohibiciones, mas al ser acusados ante el rey la devolvieron a su redacción original.25

En estas circunstancias continuaron en Cochinchina, más o menos a la sombra, Gaspar Luís, Buzomi, Kasariya Justo, Manuel Gonçalves, Mayorica, Melchor Ribeiro y Antonio de Torres, pero la inseguridad y el deseo de reconciliarse con el rey recomendaron que en julio de 1626 el visitador dela misión Gabriel de Matos, Antonio de Fontes, Rhodes, Antonio Diaz y Domingo Méndez, acataran la orden real de su expulsión y salieran del reino. Estas medidas de prudencia humana tuvieron sobre la cuerda floja, por breve tiempo, a los restantes jesuitas.

La posterior historia cristiana de Cochinchina llena muchas páginas, pero ahora no tenemos tiempo material sino para esbozarlas. Desde 1626 hasta el 5 de febrero de 1640, la actividad misional corrió a cargo de los jesuitas citados. Fue un periodo de 14 años en el cual la figura de Rhodes no aparece, "parce que j'étais moins nécessaire à la Cochinchine" [Voyages 97].

Los misioneros se iban alternado según lo permitía la volubilidad del rey de turno, y siguieron recogiendo opimo fruto en medio de dificultades. Algunos misioneros murieron, v. g. los japoneses Maki Miguel en Macao en 1627, Kasariya Justo en Camboya en 1630, y el portugués Manuel Gonçalves, antiguo alumno del seminario de Japón que había ingresado jesuita en Nagasaki en 1602 y falleció en Macao a los 50 años de edad, también en 1630.

En cambio llegaron refuerzos, aunque pocos, porque la autoridad real daba bandazos entre la admisión de nuevos misioneros y las frecuentes expulsiones. En 1633 llegó eljoven sacerdote Lupo de Andrade para aprender la lengua, condicionado en su labor misionera por su status de capellán de la nave portuguesa. En 1636, Bento de Matos pasó de la recién comenzada misión de la isla china de Hainan a Cochinchina. A Giovanni Ma Lería también. le vemos le misión el 5 de setiembre de 1637 estudiando la lengua anamita, y al fin de febrero de 1638 estuvieron unos meses Antonio Capece y Alberto Meçinski, futuros mártires, camino de Manila y Japón.

No todo eran adiciones al grupo de misioneros, incluidos los interinos. Algunos fueron trasladados a las misiones de Japón, Camboya, Tonkin a Laos, y otros volvieron a Macao, elegidos para ocupar un cargo de gobierno en la orden. En enero de 1638, el veterano y benemérito Gaspar Luís, después de una fecunda estancia de 14 años en Cochinchina y tener perfecto conocimiento de la lengua anamita, recibió el nombramiento de rector del Colegio de S. Pablo de Macao y de viceprovincial de Japón, y dejó su labor misional en el monzón de se año.26

En su tercer año de superior de la misión, el también benemérito Francesco Buzomi fue convocado a la Congregación Provincial (Macao, 9-22 de setiembre de 1638). Allí terminó sus días el 1 de julio de 1639. Según testimonio de Rhodes, el puñado de fieles que en 1615 este apóstol infatigable había hallado en Cochinchina lo convirtió en una cristiandad de 12.000, a la que dejó en herencia una Apología del catolicismo escrita en anamita.

FUNDACIÓN DE LA MISIÓN DE TONKIN

Vamos a dar ahora un salto en la geografía y en la historia cristiana de Vietnam para tratar de la fundación de la misión de Tonkin, la parte norte del actual Vietnam, y para reconocer el papel que en ella desempeñó Alexandre de Rhodes.

Como hemos visto, Gabriel de Matos, visitador de la misión de Cochinchina, llevó consigo el 7 de diciembre de 1624 a Manuel Gonçalves y al hermano Maki Miguel para que sondearan la situación de "Tonkin y otros reinos circunvecinos". Matos no se fijó en Francesco Buzomi, que hablaba la lengua anamita y "deseó ir a Tonkin a comenzar la misión", ni en Alexandre de Rhodes, también conocedor de la lengua, que iba en el mismo grupo y aspiraba a protagonizar la empresa.27

Del resultado de este sondeo hecho en 1625 por Gonçalves y Maki, un documento anónimo de 1645 dice que "por via de los padres que estaban en Cochinchina se supo en Macao la disposición que había en este reino [Tonkin]". Dos meses después de la muerte de Pina, sin esperar al regreso de Matos a Macao, Jerónimo Rodríguez, visitador de Japón y China, decidió empezar la misión de Tonkin. En esta ocasión Rhodes también se sintió postergado, pues a pesar de ofrecerse a hacer de intérprete de un padre que no supiera la lengua anamita, el visitador "en el año 1626 mandó al padre Giuliano Baldinotti, florentino, con el hermano Julio Peani, Japonés, para ver la disposición del rey y del reino para recibir nuestra santa ley. Fue el padre en un Pataxo de Gaspar Borges, del que era capitán Juan Alvarez Pereira".

Pereira zarpaba de Macao a Tonkin. El 2 de febrero de 1626 Baldinotti se embarcó como capellán de la nave con el hermano Yamada Marino, alias Julio Peani, de 57 años. Por supuesto, el capitán sabía bien que los dos iban para tantear el talante del rey.28

La galeota se demoró 36 días en el camino, "así por no tenerse noticia cierta de esta nuevo viaje como por causa de tormentas, que aunque no eran demasiadas, se suavizaron lanzando yo en el mar una reliquia de nuestro bienaventurado santo Xavier" [Baldinotti, Japsin 801, sic infra]. El 7 de marzo de 1626 entraron en Tonkin (Kéchô, Hanoi), capital del reino de Annam, "por un río que penetra tierra adentro 18 lenguas". En la ciudad los tomaron por espías del gobernador de Cochinchina, sublevado poco antes contra Kéchô, pero el rey indagó la verdad y trató con aprecio a los hombres de Pereira y a los jesuitas, y "mandó hacernos casas de nuevo, muy buenas".

El rey se interesó por los conocimientos de matemáticas y astronomía del jesuita y quiso retenerle a su lado en Kéchô, mas Baldinotti respondió que " no podía por falta de la licencia del superior, que me mandó que acompañase a los portugueses como "maestro de la salvación" a la ida y a la venida (no diciéndole que iba mandado para ver qué disposición tenía la tierra para recibir nuestra santa ley) y que pediría licencia, estando en Macao, para volver y quedarme para servirle".

En efecto, Baldinotti y Yamada Marino salieron de Kéichô río abajo el 18 de agosto en dos galeotas reales rumbo a Macao para dar cuenta de sus indagaciones. Los había llamado Gabriel de Matos, que en julio de 1626 había vuelto de Cochinchina "llevando consigo al padre Alexandre Rhodes, francés - que ya estaba adelantado en la lengua por hacer dos años que residía en Cochinchina - con el intento de mandarle a abrir esta misión de Tonkin".29

Baldinotti llegó a Macao el 16 de setiembre de 1626 y comentó con optimismo su experiencia, a la vez que dejaba por escrito sus impresiones:

"Tuve oportunidad de informarme por menudo, conforme a la orden que llevaba, de algunas cosas pertenecientes al reino de Tonkin. Por lo que digo que a este reino de Tonkin se le llama por el mismo nombre de la ciudad donde reside el rey.... La gente de esta tierra es idólatra. Algunos siguen la secta de los Mafelicos [sic] caldeos, otros la de los iudiciarios (?) de los mismos caldeos, otros la de los ginosofistas [sic] indios, y muchos hacen "estrépito" a un cierto mago llamado Ozinum y le ofrecen variados presentes, porque le tienen miedo, temiendo siempre algún mal quien no es devoto suyo. Y cuentan de él que su cabeza cortada iba volviendo los ojos hacia las arboledas".30

Baldinotti habló en Macao de estos y otros pormenores, y se sentía optimista por la futura misión, decidido a continuar lo empezado, pero Matos cedió al deseo de Rhodes, aplicándole a la misión en lugar de Baldinotti.

El nuevo visitador André Palmeiro, informado de la disposición que Baldinotti había encontrado en Tonkin para predicar el Evangelio, "mandó en el año de 1627, por marzo, a los padres Pedro Marques, portugués, y al dicho padre Alexandre Rhodes". No confió la responsabilidad de la fundación de Tonkin a Rhodes sino a Marques, veterano de Japón, al que nombró su primer superior, a pesar de que no sabía la lengua. Rhodes y al menos dos dojukus japoneses, uno de ellos llamado Manuel, que hablada la lengua anamita, le acompañaron en la nave del capitán Antonio de Soveral.

La versión de Rhodes es otra y puede tener su parte de verdad, pero la repetida insistencia en su conocimiento de la lengua anamita y su silencio sobre el fruto de la estancia del joven científico italiano en la corte de Kèchô nos invitan a reflexionar sobre algunos puntos débiles de su relato.

"Le P. Baldinotti alla en mars de l'année 1626, dans le navire qui allait pour le trafic.... faute de savoir la langue, qu'il ne pouvait ni parle r, ni aucunement entendre.... II fallut qu'il se contentât de baptiser quatre petits enfants qu'il trouva, sur le point qu'ils allaient mourir; ce furent les premiers de cette belle chretienté, e come quatre avocats qui allèrent devant le trône de Dieu plaider la cause de leur nation. Ce bon Père, se voyant inutile en un si grand ouvrage, faute de savoir parler, écrivit des lettres pressantes à nos Pères qui étaient en la Cochinchine, les priant et les conjurant d'avoir pitié de tout un grand peuple, qui se perdait faute de quelqu'un qui le retirât del' erreur, et le mit dans le bon chemin; en même temps il écrivit, et alla lui-même à Macao solliciter qu'on envoyât au plus tôt quelqu'un qui sût se faire entendre dans le Tonkin. Dieu voulut, par sa bonté infinie, que cette commission me fût donnée, que j'étais moins nécessaire à la Cochinchine; et la langue que j'avais apprise fut cause qu'onjeta les yeux sur moi pour aller combattre toute l'idolâtrie du Tonkin..." [Voyages 96].

Con esta última frase Rhodes reconoce que entre sus compañeros había por lo menos algunos que hablaban el anamita, como Buzomi, Gaspar Luís y otros, y eran más necesarios que Rhodes en Cochinchina. Parece, creemos, un poco narcisista decir que "Ce bon Pére [Baldinotti], se voyant inutile en un si grand ouvrage.... alla lui-même à Macao solliciter qu'on envoyât au plus tôt quelqu'un qui sût se faire entendre dans le Tonkin", para justificar el inciso siguiente, "onjeta les yeux sur moi". Esta descalificación choca la respuesta que el "inutile" dio al rey de Tonkin cuando este le invitó para que permaneciera en la corte. Dice Baldinotti:

"Respondí al hidalgo mandado por el rey.... que si yo alcanzaba [licencia del superior] como pensaba, me agradaría mucho.... El rey me preguntó, él mismo, cosas de matemáticas acerca de la esfera, y me alentó a que tornase al año siguiente y no faltase. Y me mandó una chapa para poder volver a sus tierras y morar en ellas seguramente y sin peligro de que se me hiciera algún agravio".31

La tardía relación de Rhodes sobre su propia estancia en Tonkin llena los capítulos V-XI de su autobiografía Voyages. El nombre de su compañero y superior Pedro Marques senior brilla por su ausencia, omisión explicable para no divulgar en Europa su apostasía (posiblemente formularia) ocurrida en Edo en 1643, cediendo al tormento de la fosa. Pero esta omisión pudo ser también una réplica implícita de Rhodes para los superiores portugueses por la aparente infravaloración con que suponía que le distinguían.

En una ocasión [Voyages 123] se refiere a Marques, sin nombrarle, con estas palabras: "Je vis que j 'étais seul prêtre qui pouvais prêcher, parce que le Père que j'accompagnais ne servait pas la langue". Es una manera fácil de decir que Marques no sirvió para la evangelización de Tonkin, aun con ayuda de intérpretes,32 infravaloración injustificada si se leen cuidadosamente dos extensas cartas de Marques, una de 1627 y otra de 1630, bastante más explícitas que Voyages, en las que trata a Rhodes con más ecuanimidad que este a su superior.33

La nave cruzó la barra de Macao el 12 de marzo, con buen tiempo hasta que enfilaron el estrecho entre la isla de Hainan y el continente. Con los elementos en contra llegaron en la fiesta de San José, 19 de marzo, frente al puerto de Cua Bang. Marque, como superior del pequeño grupo, dio a esa ciudad el nombre del santo pidiendo su protección, pero para Rhodes, Marques no existe: "je partis de Macao.... nous arrivâmes heureusement au port de Chouaban, en la province de Sinoa.... au dix neuvième jour de mars du glorieux saint Joseph, queje pris pour mon patron en ce grand ouvrage, et nous donâmes son nom à ce port" [Voyages 109].

Los misioneros llegaron en tiempo inoportuno, pues el rey de Tonkin estaba preparándose para salir al mando de una flota contra el gobernador rebelde de Cochinchina. Un mandarín salió a avisarles de la obligación de subir a saludar al monarca. El capitán envió a un portugués a la corte con el primer mandarín y los demás esperaron 15 días. El Viernes Santo, 2 de abril, los portugueses de la nave erigieron una cruz alta sobre una roca frente a la barra del puerto.

Mientras tanto Marques, Rhodes y los dojukus japoneses comenzaron la evangelización. Según Marques, en esas dos semanas "se bautizaron treinta y dos personas, algunas principales, y un letrado ya anciano". Para Rhodes el efecto sobrenatural fue tan sorprendente que "avant que nous eussions mis pied à terre [sic], deux personnes fort sages furent prises, e résolurent de recevoir le baptême, que je leur donnai après, et a toute leur famille".

Otras tantas maravillas fueron exclusivas de Rhodes, como la conversión y el bautismo de 200 neófitos en el mismo puerto de arribo durante el breve tiempo de dos meses, antes de entrevistarse con el rey y asentarse en la capital. Sin embargo Marques reduce a 32 el número de los bautismos y el tiempo de la estancia en el puerto, pues el 3 de abril Sábado Santo, estaba de vuelta el portugués enviado a la corte, acompañado del primer mandarín y de un eunuco del rey, y el domingo de Resurrección salieron todos en dirección a la corte. Cinco días después, el 10 de abril, "estando cerca dela corte, ya el rey venía descendiendo con todo su poder para dar en Cochinchina, el cual nos envió a decir que le siguiésemos.... Parece que el rey quiso que viésemos su armada, que era de más de trescientas fustas, muchas de las cuales tenían toldos dorados y estaban embanderadas con gallardetes a su manera, ofreciendo una vista más hermosa que temible, porque mas parecía jolgorio de embarcaciones - llamadas lumbalumba por los chinos- que armada guerrera".

Entonces tuvo lugar la primera entrevista con el rey. El capitán portugués entregó al rey el presente de la ciudad de Macao, y los jesuitas el del visitador. El rey dio más importancia a este, "principalmente a los dos relojes que le presentamos, y oyéndole dar las horas se alegró mucho, diciéndonos que nos quedásemos en sus tierras un año o dos, que él mandaría darnos lo necesario".

Pero Rhodes se singulariza: el rey "me dit que si je voulais demeurer avec lui une couple d'ans, il serait bien aise de me voir souvent". Por lo demás, ni Rhodes ni Marques aludieron a que el rey y el príncipe heredero habían mostrado a Baldinotti y a Yamada el mismo trato de favor que a ellos, ni que la chapa real que Marques presentó a su llegada a Tonkin la había recibido Baldinotti del rey junto con otra concedida por el príncipe.

Al fin di junio de 1627 volvió el rey de su torpe campaña bélica que se saldó con 1.000 saldados muertos y la dignidad del trono de Tonkin en entredicho. Los dos jesuitas salieron a darle la bienvenida (a pesar del fracaso) y le ofrecieron de regalo "un libro que los padres de la China imprimieron, de mathemática, que él, como es curioso, estimó mucho", y aprovecharon la ocasión para pedirle licencia para acompañarle hasta su corte de Kèichô.

A los nuevos cristianos de Tinhoa les prometieron que escribirían al Padre Grande de Macao para que en el mozón siguiente les mandase uno o dos padres. Los neófitos convertidos en este breve tiempo pasaron de ciento [Marques] ó 200 [Rhodes], y muchos paganos no bautizados se unieron al grupo para participar en sus oraciones.

Marques, Rhodes y los dojukus salieron de Tinhoa y el 2 dejulio llegaron a la ciudad de Tonkin [Kèichô], "esta real y tan populosa ciudad que bien podíamos decir de ella lo que de otra semejante dijo alguno: Orbis in Urbe est". La entrada en el ambiente de la corte les fue fácil gracias al regalo del reloj. "El rey lo tiene continuamente ante sí, recreándose en verlo y oírlo. Y cuando se destempla manda llamarnos para templarlo, y es ocasión para platicar a los suyos las cosas de Dios, que a ellos, que son curiosos y están ociosos, les gusta oír" [Marques].

El efecto fue positivo, pues dos sobrinos del rey y la reina madre, viuda del anterior monarca recibieron el bautismo. Varias de las consortes del rey se sintieron atraídas por la doctrina cristiana, pero la irregularidad de su situación matrimonial las detuvo antes de dar el paso definitivo.

La simpatía del monarca no fue un cheque en blanco, pues sin tardar mucho lanzó edictos contra varias enseñanzas católicas que no se avenían con los hábitos nacionales, mas no fueron óbice para que de marzo ajulio de 1627 Marques, Rhodes y los dojukus japoneses obtuvieran la conversión de algunos nativos. Entre ellos sobresalieron cuatro bonzos de un templo famoso, que renunciaron a sus pingues ingresos y se dedicaron a difundir la ley de Dios: "Bautizados pusieron en rima a su modo la santa doctrina y la van cantando por la ciudad mientras piden limosna, y nosotros los ayudamos con lo que podemos. Otro, que desde niño servia a los ídolos, no queriendo casarse porque eso le agradaba más (cosa muy rara en esta gente), al llegarle la noticia de la ley de Dios la oyó y la siguió. Y por ser mancebo de buenas partes y poder ayudar a esta cristiandad, le recibimos en casa y ya catequiza muy bien. Con su ejemplo trajo a Dios a nuestra casa a otro compañero suyo, no inferior a él, que también catequiza".

La captación de nuevos catecúmenos en la misión de Tonkin por medio de los neófitos catequistas seguía los mismos pasos que habían conducido al extraordinario desarrollo de la misión de Japón desde los tiempos de Javier y Cosme de Torres. Marques había visto con sus propios ojos en Japón desde 1609 hasta 1614, y perfectamente coordinado con Rhodes y los dojukus japoneses lo fomentó ahora en Tonkin, aprovechando el sentimiento religioso peculiar de la población anamita. El fruto fue inmediato, favorecido por frecuentes hechos preternaturales atestiguado calurosamente por Rhodes y también por Marques, aunque este lo comentó en tono más discreto:

"A los fieles los favoreció el Señor con algunas obras de su divino poder. Ellos cobraron mucha devoción al agua bendita, y en sus enfermedades esta era la primera medicina que tomaban y con la que sanaban perfectamente, publicándolo como milagro, y por ventura no se engañaron" [Japsin 72 93v.]

Las numerosas conversiones provocaron, como en Japón, la reacción del clero budista que veía disminuir el nomenclátor de sus devotos, especialmente de la clase pudiente. Sus quejas a los mandarines locales se concretaron en pasquines y libelos dirigidos al pueblo, contra los que respondieron con eficacia cristianos influyentes.

La quejas llegaron a palacio, y el rey dio un primer aviso a los dos jesuitas para que se volvieran a Macao en navíos chinos, pero todavía hubo un compás de espera. El rey "siempre fue disimulando.... por no quebrar con la ciudad de Macao.... y perder el comercio con los portugueses, que él mucho desea; y así podemos ir continuando con nuestros ministerios, aunque con las puertas cerradas.... y las vigías que antes nos rondaban la puerta hasta de noche, no se mostraron entonces tan rigurosos".

El segundo aviso fue, según la tardía versión de Rhodes, al principio de 1630, y según Marques en marzo de 1629. Rhodes narra en singular el resto de su propia historia: dos meses en prisión domiciliaria custodiado por soldados; luego le pasaron a una galeota con el fin de expulsarle a Cochinchina, y en las tres semanas que estuvo embarcado convirtió a bastantes de los soldados y a su jefe. Estos le dejaron en Bóchinh, la última provincia de Tonkin, donde estuvo escondido algún tiempo con muchos cristianos (Rhodes no dice quién los había bautizado). Luego le dieron una embarcación y estuvo cuatro meses, por los ríos y por el mar, oculto durante el día y visitando a los cristianos por la noche en sus casas. Entonces supo que dos jesuitas de Macao habían ido en su busca en un navío portugués que había llegado al puerto de Cua Choua.

Su compañero y superior, relatando los hechos al poco de suceder, habla en plural: "Estando ya mediado marzo de 1629, enfadado el rey por las muchas cosas que le decían de nosotros y de los cristianos, y mucho más de la tardanza del navío de Macao, nos mandó este recado por medio de un eunuco: "Hace mucho que estáis en esta tierra, y vuestros hermanos no se acuerdan de vosotros, pues en dos años no vienen a ella, yendo sin faltar a la de Cochinchina. Allí tenéis navío para que volváis a la vuestra y buscarlo. He aquí dos chapas mías para que ninguno de los míos os haga mal, dieciocho taeles para comer y cuatro teadas para vestiros. Hoan [Foão], mi criado, os llevará en una galeota hasta tal puerto, y de ahí en adelante os darán otra embarcación" [Japsin 72 122s].

El rey tenía razón. La nave de Antonio de Soveral, que había llevado la primera carta de Marques al visitador Palmeiro, invernó en 1627 en la isla di Hainan antes de volver a Macao. En 1628 no hubo nave de Macao a Tonkin, y la de la primavera siguiente se hizo a la vela, mas no pudo salir a alta mar.

Los dos jesuitas aprovecharon los días anteriores al exilio para instruir a los neófitos que dejaban en la capital, y "para su consuelo, y remedio de los que se quisieran bautizar, dejamos provistos de plata y "alhajas" a los dos catequistas que teníamos en casa, los cuales cumplieron bien su obligación" [Marques, Japsin 72 123].

El camino hasta "tal puerto" de la provincia de Bóchinh, lugar del destierro, era largo y atravesaba la provincia de Tinhoa. Un fervoroso hidalgo cristiano llamado Paulo que tenía allí sus posesiones había llevado a la fe a su hermano Pedro y a su propia mujer e hijos. "Y como el ejemplo de los grandes mueve mucho a los pequeños, movió y animó a la mayor parte de los labradores de sus aldeas a recibir la ley del Señor de todos. Viendo, pues, que el camino de nuestro destierro pasaba por ellas, nos rogó que nos acercásemos allá, que él iría por delante a disponerlos para el sagrado bautismo y nos saldría al encuentro. Todo lo hizo así. Cuando llegamos a aquel paraje ya el noble cristiano nos estaba esperando puerto a la mira.... Llegando a su quinta.... hallamos juntos a sesenta y seis de su vasallos, que habían dado de lado a los ídolos. El padre Alexandre Rhodes acabó de catequizarlos y yo los bauticé a todos, apadrinando Paulo a los varones y Lucia su mujer a las mujeres" [Japsin 73 123 v].

La comitiva pasó por varios puertos y ensenadas, y en todos ellos echaban "la red de la palabra divina, y no de balde, porque siempre caían en ella algunos peces, unas veces más y otras menos.... En cierto puerto los bautizados pasaron de 30" [Japsin 72 124].

El gobernador de Bóchinh, lugar del destierro, trató de remitirlos a otra provincia pero entretanto transcurrió más de un mes. En la casa donde los alojaron, y en la plaza de la ciudad, pudieron predicar, y lograron seis neófitos. "Al gobernador.... le ofrecimos el libro del catecismo que compuso el padre Mateo Ricci, de buena memoria.... Conforme a su orden volvimos a la provincia de Nghean, donde está el puerto que toman los navíos de China y Japón, y gobiema un hermano de este viejo, príncipe de muy buen natural, que se compadeció de nosotros y nos dejó vivir junto a su fortaleza, pero acudiendo muchos de las aldeas a oír y recibir la ley de Dios, los ministros de los ídolos, por perder sus feligreses e intereses que de ellos tenían, se amotinaron contra nosotros, acusándonos a este gobernador y quejándose de que él nos recibiera aquí cuando el rey nos había lanzado fuera de Tonkin. No les hizo caso el buen príncipe, deseando favorecemos, hasta que lloviendo los pasquines y acusaciones contra nosotros, y temiendo que le acusasen al mismo rey, nos mandó un recado muy cortés, aconsejándonos que comprásemos un barquito en el que anduviésemos escondidos por los ríos, y de noche nos recogiésemos junto a la fortaleza, para que ni nuestros enemigos ni los ladrones osaran acometemos. Así lo hicimos, y anduvimos algunos meses hechos tancas de Macao por los ríos, de día y de noche, pasando muchos y muchas con muy poco comer, y menos amparo contra las lluvias y los fríos". Sus esfuerzos se vieron premiados con la conversión de más de un centenar de personas de las aldeas que visitaron.

A Macao llegó la desagradable noticia de que el rey se había enojado con los jesuitas por la falta de naves y los había desterrado a un puerto de Nghean. Para acudir urgentemente en su ayuda, Pedro Morejón, rector del Colegio de Macao, tramitó un navío en setiembre de 1626 enviándoles a Gaspar de Amaral y Saito Paulo, este con el plan de pasar luego de incógnito a Japón. La nave llegó a Tonkin a lo sumo en octubre. Rhodes se fija sólo en Amaral y de nuevo prescinde de su superior Pedro Marques: "le P. Gaspar Amaral, l'un des deux qui étaient venus pour me secourir dans la misère de mon exil" [Voyages 137]. Tampoco Marques nombra a Amaral ni a Saito:

"Aparecieron ellos en un puerto de la misma provincia de Nghean, tres días de camino de donde estábamos.... Nuestros cristianos les dieron noticias de nosotros, y los padres a ellos cartas para que nos las llevasen, a las cuales respondimos enseguida advirtiéndolos de los engaños y malicia de los eunucos que el rey envía a vigilar los navíos de fuera.... pero cuando llegamos al navío, y a hallamos allí a los eunucos del rey, quienes, como sabían que nosotros conocíamos sus vicios, no nos dejaron llegar al navío ni ver a nuestros hermanos.... y darles la bienvenida, y más aún, ni consintieron que nos mandasen a nuestro barquito las cartas que venían para nosotros sino después de que tomaron todo cuanto quisieron.

"Y porque el fin que se pretendía era nuestra restitución a la corte, donde tenemos la mayor y mejor parte de los cristianos.... dijimos al eunuco principal que nuestro Padre Grande nos mandaba que todos los cuatro llevásemos el presente a Su Alteza y le diésemos las gracias por las mercedes que a nosotros, dos hijos suyos, nos había hecho estos tres años. Él, temiéndose que como personas que ya le conocíamos le descubríamos sus marañas.... se fogueó contra nosotros tratándonos mal de palabra y de obra, mandando a sus soldados que nos echasen fuera de la embarcación, lo cual ellos hicieron al padre Rhodes y a mí, empujándonos y tomándonos de la cabeza las birretas.... A toda prisa, despachamos secretamente a un cristiano con cartas para los de la corte, los cuales comprando al eunuco principal del rey, alcanzaron de él una chapa en la que nos daba licencia para ir todos los cuatro padres a su corte. Esta[chapa] la trajeron nuestros catequistas al sobredicho eunuco.... Sin embargo mostró repetidas veces cuánto lo hacía contra su voluntad, haciéndonos muchas descortesías por el camino, y después di llegar nosotros acá.... no nos dejó entrar delante del rey a llevarle el presente.... A los cristianos que vinieron a esta casa a visitamos, los soldados del eunuco les quitaron los vestidos, y a algunos los metieron en prisión, qué digo, en prisiones. Pero nosotros ya tenemos en tres barrios de esta ciudad tres casas de cristianos hidalgos en las que los visitamos, confesamos y sacramentamos a todos con el mayor secretos que se puede, y todos los cuatro padres tenemos mucho que hacer en cultivarlos y consolarlos, y nada es bastante para que muchos se quieran bautizar, y algunos muy nobles".

Entre los bautizados por los dos catequistas que habían quedado "en nuestra casa" en la capital se contaba "una cuñada del rey, hija de doña Ana Bar, aquella señora de Nghean.... que le dijo:" Si no os hacéis hija de Dios por el bautismo, sabed que no sois mi hija ni os conozco por tal. El infante su marido se muestra amigo nuestro.... También bautizaron nuestros catequistas a algunos mandarines honrados que hoy viven como buenos cristianos".

La relación de Marques termina aquí. El rey aceptó el presente y prometió el perdón, pero faltó a su palabra por la intromisión de unos mandarines, "escribiendo al padre visitador muchas falsedades y calumnias del padre Alexandre Rhodes" [Principio l v.]. Sin apelación posible, los cuatro jesuitas y sus ayudantes regresaron a Macao en mayo de 1630. Ni Pedro Marques senior ni Rhodes volvieron a Tonkin.

Recapitulando los datos expuestos y añadiendo otros nuevos de documentos coevos, vemos que la misión de Tonkin comenzó con una exploración llevada a cabo en 1624 por Manuel Gonçalves y el hermano Maki Miguel, y siguió con la fructuosa estancia de seis meses de Baldinotti y Yamada Marino (alias Julio Peani), valiosa preparación para que Marques y Rhodes entraran con pie derecho en la corte de Tonkin, por más que el escrito de Rhodes no aluda a esta realidad.

En honor a la verdad, a Rhodes se le debe reconocer una enérgica actividad apostólica que supo encauzar con la colaboración de los dojukus japoneses y de los neófitos anamitas. Las numerosas conversiones de nativos fue un hecho, aunque haya que recortar, algo al menos, las cifras aportadas por él, y aunque haya que sopesar la profundidad o superficialidad de la fe cristiana en un buen porcentaje de los neófitos, algo inevitable en las conversiones de adultos provenientes de otras religiones.

LA MISIÓN DE TONKIN DESPUÉS DE RHODES

Por falta de tiempo y espacio para exponer en plenitud la evolución de la misión de Tonkin, vamos a limitamos a los primeros años después de la partida de Rhodes.

El rey de Tonkin se percató pronto de que la expulsión de los misioneros iba a repercutir negativamente en el comercio portugués. Apenas partidos los desterrados Marques y Rhodes con los recién llegados Amaral y Saito Paulo, el rey pidió al visitador el envío de otros padres. El visitador Palmeiro volvió a mandar a Gaspar de Amaral, esta vez de superior, con Antonio de Fontes para continuar el trabajo misional, y a Antonio Cardim que llevaba la orden de orientar sus pisadas hacia el reino de Laos.

Por razones que no constan, Palmeiro y sus sucesores retuvieron a Rhodes por diez años en el Colegio de Macao como profesor de Casos (teología moral), calificados por Bernard [327] como "une dizaine d'années (1631-1640) d'une sorte d'exil, au service des chrétiens chinois de Macao", en un medio extraño "con los portugueses". Rhodes mismo no explica por qué no le enviaron de nuevo a Tonkin, a pesar de su conocimiento de la lengua anamítica y de sus dos experiencias, relativamente breves pero fructuosas, en Cochinchina y Tonkin.34

En Macao Rhodes dedicó sus horas nocturnas a la preparación de sus lecciones de Casos, reservando el resto del tiempo al apostolado, dándose "de toutes mes forces à la conversion des Chinois; mais, à dire la vérité, je n'y trouvai pas la facilité que j'avais expérimentée en ce royaume de bénedictions d'où je venais". El trabajo en Macao le dejó insatisfecho porque, según él mismo reconoció a su pesar, en sus repetidas excursiones apostólicas a varias ciudades de la provincia de Canton, su limitado conocimiento de la lengua china le obligaba a predicar por medio de intérpretes [Voyages 138].

Eso mismo habían hecho en sus principios Michele Ruggieri y su sucesor Mateo Ricci desde 1579, igual que Baldinotti y Marques, infravalorados por Rhodes. Mas ahora, tras su propia experiencia, reconoció que, aun por medio de intérpretes, era posible sembrar y recoger un fruto evangélico no despreciable. Mezclando la primera persona en singular con el plural, dejó escrito: "Dieu nous fit la grâce de se servir de nous en la conversion d'un assez bon nombre de ces paїens, etj'en ai bien baptisé au moins mille de ma main" [Voyages 138].

La nostalgia de Rhodes por Tonkin era evidente. Lo sucedido en ese reino después de su salida lo resumió [Voyages 137] al cabo de los años en una página laudatoria de Gaspar de Amaral, al que "les Superieurs lui permirent d'aller au Tonkin avec deux autres Pères. Ils y allèrent en mars de l'année 1628 [sic por 1631], où ils multiplièrent au centuple le beau grain qui avait commencé à venir dans le champ de l'Église. Plusieurs autres excellents ouvriers y ont toujours travaillé depuis avec un succès si merveilleux, que j'ai appris, par des lettres que m'a écrites le R. P. Jérôme Majorica, admirable et infatigable ouvrier de cette église...". Estas alabanzas sinceras, y las que dejó en recuerdo de Francisco da Pina, de Buzomi y otros, agradan porque suavizan la impresión de egocentrismo que su obra Voyages podría dar en su conjunto.

Sin embargo es necesario consultar otros relatos anteriores para obtener una idea más exacta de los hechos. Porque entre otros lapsus cálami, Rhodes confunde la fecha de 1628 con 1631, y los superiores no permitieron a Gaspar de Amaral que volviera a Tonkin, sino que le nombraron superior de esa misión a su vuelta a Macao en 1630, aunque retrasó hasta el 7 de marzo de 1631 su entrada en el puerto de Faifo, esta vez acompañado de Antonio de Fontes y Antonio Cardim.

El rey les dio la bienvenida en Kéchô el día 15 y los invitó de nuevo a quedarse en su reino, pero para sorpresa de todos, la víspera de zarpar el navío portugués cambió de idea y les mandó que se volvieran a Macao. Ante la insistencia de los padres accedió a que se quedaran dos, con lo que Cardim, enfermo, regresó sin poder pasar a Laos. Más aún, a Amaral y a Fontes les vetó predicar el Evangelio, porque el permiso era sólo para que "le cortejaran yendo al mediodía a su palacio, según la costumbre de la tierra, y para que él pudiera sacar provecho del navío" [principio 2].

La prohibición real era seria, pero Amaral y Fontes supieron aprovechar con prudencia la sementera apostólica que Rhodes y sus catequistas habían dejado esparcida un año antes.

LA INSTITUCIÓN DE LOS DOJUKUS EN JAPÓN

En los escritos de Rhodes, aparte de la ausencia del nombre de su superior, se nota otra laguna. Al tratar del pequeño grupo de catequistas que él formó, no hace mención alguna de su dojuku Manuel, que hablaba la lengua de Tonkin, ni de los demás dojukus japoneses, que en sus días trabajaban con los jesuitas en Vietnam, igual que habían hecho en Japón. Esta omisión ha conducido a adornar a Rhodes con una aureola que no le corresponde.

Ciertamente Rhodes tuvo el mérito de formar a tres fieles y eficaces catequistas nativos, anteriormente bonzos budistas, mas en honor a la verdad histórica hay que decir que no fue un innovador. La labor catequética de los auxiliares laicos en Indochina estuvo precedida por la de los laicos japoneses que comenzó en Goa en 1548 cuando Anjiro Paulo completó su instrucción religiosa de labios de Cosme de Torres. Anjiro transmitió la doctrina y la fe a sus servidores Antonio y Juan, y al año siguiente en Kagoshima, su ciudad de origen, a casi un centenar de parientes y conocidos. Damos por supuesto que se trataba de los elementos de una catequesis sencilla y tal vez con errores de vocabulario.

La formación seria y el entrenamiento de estos ayudantes laicos en materia religiosa comenzó tan pronto como los misioneros se establecieron en Yamaguchi. Hasta que los jesuitas aprendieron la lengua, y aun después, los laicos fueron el medio ordinario para la transmisión oral y escrita de la fe como predicadores, intérpretes o traductores.

En 1550 Xavier admitió a varios laicos al servicio de la Iglesia como catequistas y apologetas. El primero fue el joven semiciego Lorenzo, que desde su conversión vivió en comunidad con los misioneros y años más tarde ingresó en la Compañía de Jesús. Otro fue un niño de 10 años llamado Melchor, bautizado por Xavier, que aprendió con facilidad el portugués y probablemente el español. El tercero fue el niño Juan de Torres, también futuro jesuita, nacido de padres cristianos japoneses en 1551, educado desde su infancia en la lengua materna y dirigido por el padre Cosme de Torres en la portuguesa que dominó a la perfección.

Con los misioneros colaboraron desde 1554 hasta su muerte Kyozen y Sen'yo, dos antiguos bonzos y médicos de Tonomine, convertidos por Cosme de Torres, que tomaron los nombre de Paulo y Bernabé ai bautizarse en Yamaguchi.35

En 1552 o poco después, en la misión de Bungo, fundada por Baltasar Gago, hubo varios japoneses y al menos dos chinos residentes, compañeros del hermano Luís de Almeida en el apostolado desde 1555. Otros dos catequistas notables fueron los jóvenes Agustín de Hirado y Damián de Akitsuki.

De estos modestos principios nació en la ciudad de Funai en 1556/7 el primer seminario menor de niños y jóvenes especializados en la predicación y en la catequesis, que al paso del tiempo llegaron a formar un grupo siempre floreciente.

Hasta la década de 1570 a estos colaboradores se los llamó predicadores, y desde ese tiempo en adelante dojukus, nunca catequistas ni donados. El 3 de agosto de 1580 el superior Francisco Cabral escribió: "Los de la Compañía que estamos en Japón pasan de cincuenta y tantos, aparte de los doxicos y niños, que serán cerca de ciento". Cabral incluía a las decenas de alumnos de los seminarios de Azuchi y de Arima inaugurados ese año. Veinte años después el número se había duplicado: "En este año 1601 que esta historia se escribe llegaron los nuestros al número de 200, y con haber otros más de 200 naturales cooperadores en el Evangelio que llamamos dojucus... somos muy pocos para la gran cosecha que se va cogiendo".36

Para enero de 1603, los dojukus, incluidos los alumnos del seminario unificado, eran 284, a los cuales había que añadir 170 kanbos (sacristanes-catequistas). El total de los jesuitas y sus cooperadores llegaba a 900.37

El 10 de agosto de 1603, tras el abordaje de corsarios holandeses a una nave que llevaba el mantenimiento de la misión, Pedro de Monteagudo transmitió de parte de Valignano al viceprovincial Francesco Pasio, la orden urgente de clausurar el Seminario, la Imprenta y la Escuela de Pintura, y de despedir a 200 de los 284 dojukus y a dos tercios de los komonos o mozos de servicio. La orden no se llevó a efecto gracias a la generosa ayuda que prestaron los cristianos japoneses. En noviembre de 1609 los dojukus llegaron a 295, en junio de 1612 al tope máximo de 318, que bajó a 249 en octubre de 1613. Como puede verse, los modestos principios de Javier y Cosme de Torres se habían desarrollado de forma extraordinaria.

No es extraño que y a en 1593 el visitador Valignano propusiera a sus superiores en Roma la fundación de un instituto laical autónomo, no orden tercera al estilo monacal, dirigido por la Compañía de Jesús, en el supuesto de que el papa lo aprobara. Con ello pensaba estabilizar y afirma orgánicamente el estado de los dojukus, que de hecho ya estaba en activo en Japón.

La respuesta de Roma fue negativa, pero el 9 de febrero de 1604 el general Claudio Aquaviva, en carta al P. Rodrigo de Cabredo, le recomendó inaugurar un seminario en Río de Janeiro e introducir esta institución "como hacen en el Japón, a los cuales llaman dogicos", en beneficio de la nueva provincia jesuítica del Paraguay.38

FUNDACIÓN DEL SEMINARIO DE CATEQUISTAS DE TONKIN

Que los catequistas laicos, dirigidos por los jesuitas, tuvieron un papel muy valioso en la expansión y conservación de la fe en Vietnam a lo largo de un siglo y medio es un hecho histórico irrefutable. Conviene, sin embargo, examinar la génesis del famoso Seminario de Catequistas para aquilatar la participación de Rhodes en esta obra durante los 3 años y 2 meses que vivió en Tonkin, de marzo de 1627 hasta su expulsión en mayo de 1630.

Pasados 22 años, el provincial Gaspar de Amaral, que había sido superior de esa misión desde 1630, recordó al general de la orden los orígenes del seminario:

"El fundamento de la cristiandad de Tonkin, después de los padres, son los catequistas que viven en ella en seminario y comunidad, sustentados con las limosnas de los cristianos. Al presente es un cuerpo tan grande que llegarán a cincuenta. Para conservarse, y poder con más facilidad gobernar en lo espiritual y lo temporal, pareció a todos los padres (estando yo allí por superior) que estaba bien seguir el estilo de los seminaristas ingleses y de otras naciones de Europa, que hacen ciertos juramentos, como de ordenarse e ir a sus tierras etc. Y así juzgamos que todos hicieran - después de seis meses de la entrada - juramento de entregarse a Dios y perseverar hasta la muerte en aquel ministerio; y después de muchos años, así de edad como de oficio de catequistas, siendo virtuosos y de vida ejemplar, y doctos, hiciesen tres juramentos: el 1° de no casarse, el 2° de no tener cosas propias, el 3° de obedecer a los padres en el ministerio de predicar la ley de Dios. Todos ellos lo hacen voluntariamente.... Y como ellos se gobiernan por sí en sus casas y tienen en sus manos lo temporal, quedan los más antiguos - con el juramento de no tener cosas propias y no casarse - más aptos para el gobierno de los otros. Estos, al presente son cuatro... El padre Alexander Rhodes fue el primero que en Tonkin le dio principio. Yo no hice más que conservar y llevar adelante lo que hallé, pero experimenté tan a ojos vistas el fruto que se cogía de esta obra, que digo que es, después de los padres, el fundamento de la cristiandad, y como tal debe ser favorecida de los superiores.... Vuestra Paternidad se puede informar del padre Rhodes, fundador de este seminario".39

Amaral escribe al general en Roma, y uno se explica que, como argumento ad hominem, recuerde al general a los seminaristas ingleses y a los de otras naciones de Europa, aunque hubiera debido aludir al primitivo plan de Valignano sobre los dojukus japoneses. En cambio es interesante leer que la fundación del seminario tuvo lugar después que pareciera bien " todos los padres estando yo allí por superior" - desde 1630 hasta mediados de 1638 - cuando Rhodes no estaba en Tonkin sino en Macao. Amaral deja entender, por lo tanto, que la fundación del seminario no se debió a Rhodes. En la última carta de Pedro Marques citaba arriba, escrita poco antes de dejar Tonkin, tampoco se lee la palabra seminario ni su equivalente. En mi opinión, las palabras de Amaral "Yo ni hice más que conservar y llevar adelante lo que hallé", son una comedida excusa para dejar en la sombra su propio protagonismo - pues en realidad la institución del Seminario se debió a Amaral, como veremos enseguida - y para reconocer con justicia la parte de mérito correspondiente a Rhodes, o sea la formación del primer núcleo de tres catequistas.

Con menos tacto comentó Rhodes el origen del seminario, cosa que no debe extrañar en una obra de tono catártico como Voyages. Rhodes no indica cuándo nació el Seminario como institución, ni siquiera cuándo surgió en él la idea de elegir a esos tres catequistas comprometidos en el trabajo pastoral, y menos aún cómo ejercitó a esos catequistas tonkineses improvisados, Rhodes se limita a decir:

"Comme je vis que j'étais seul prêtre qui pouvais prêcher.... je m'avisai de prendre en ma compagnie quelques chrétiens.... plusieurs se présentèrent à moi, mais je choisis ceux que je trouvai plus capables, et fis un séminaire qui a si bien réussi, que nous pouvons dire c'est ce qui nous a maintenues" [Voyages 123].

Rhodes habla aquí en primera persona del singular. En lugar de decir "Je.... fis un seminaire" hubiera sido más exacto decir:"Yo le di principio", pero el autor publicó sus memorias en 1653, cuando habían pasado 23 años desde su expulsión de Tonkin y cuando el número de los seminaristas había superado el centenar, y amalgamó confusamente los recuerdos de su propia actuación inicial con hechos subsiguientes debidos a otros jesuitas, y en particular a Gaspar de Amaral.

La idea de Rhodes tuvo que ser algo tardía, de acuerdo con las circunstancias, y sin duda estuvo precedida por la colaboración de algunos neófitos que suplieron accidentalmente a Rhodes y a Marques en el trabajo apostólico. Al menos esto se deduce del siguiente párrafo:

"J'y envoyai six catéchistes et leur recommandai surtout de ne prende du tout rien de ce que l'on leur voudrait donner pour les maladies qui auraient été guéries.... en moins de huit jours ils guérirent deux cent soixante et douze malades" [Voyages 116].

Si juzgamos por el orden con que Rhodes desenvuelve sus temas habría que pensar que estos seis catequistas taumaturgos no eran aún los que luego formaron el primer núcleo de lo que después se llamó Seminario de Catequistas de Tonkin, mas la cronología de Voyages [126s] deja bastante que desear. Rhodes nombra a cuatro: Francisco, Ignacio, Andrés y Antonio [Voyages 123], pero el manuscrito Principio da Missão de Tun Kim los reduce a tres: "La administración de la cristiandad la dejaron en manos de tres catequistas, hombres de gran virtud y letras, que antes de hacerse cristianos fueron Says [thais], o bonzos de los ídolos. Se llamaban Francisco, Ignacio y Andrés, los cuales delante de todos los cristianos y del padre Alexandre Rhodes juraron no casarse ni tener cosa propia, y vivir en común para ocuparse el la predicación del Evangelio" [Principio l v].

Además hay que notar que, debido a la sentencia del destierro que cayó en marzo de 1629 sobre Marques y Rhodes, este no pudo dar a sus tres neófitos catequistas sino una formación intensiva y apresurada, difícil de equipararse con la que se daba a los dojukus japoneses, niños y adolescentes, formados en Japón y luego en Macao. El vacío que dejó Rhodes lo llenaron con éxito sus sucesores.

Repetimos que en febrero de 1631, "año Muí", Gaspar de Amaral volvió a Tonkin como superior, con Antonio de Fontes y Antonio Cardim. Ese año los tres catequistas de Rhodes y otros colaboradores consiguieron en Kèchô 4.000 neófitos. El rey prometió hacer una vivienda para los jesuitas pero faltó a su palabra. Ellos se alojaron en la casa de un yerno deL rey llamado Où Fo Má Tuyen, quien igual que la princesa tenía gran respeto y afectos a los padres. Los príncipes, viendo que el rey no les hacía la casa, mandaron que junto a su palacio, a la vera de dos bellos estanques, les hicieran una, que por deseo de Amaral fue "de bambúes, cañas y paja". El mandarín por su cuenta los proveyó de soldados para vigilancia nocturna, como en las mansiones de los nobles. Los jesuitas por su parte hicieron un asilo para pobres y leprosos.

El mismo 1631 llegó destrozado a Tonkin el navío del capitán Pedro Antunes con los padres Girólamo Mayórica y Bernardino Reggio. Entran en Kèchô el 19 de octubre. El rey dio la bienvenida a los padres y al capitán, deplorando la pérdida del navío. Luego mandó a su gente que los sacaran del fondo y lo devolvieran a los portugueses, y a estos les proporcionó madera para hacer uno nuevo. De mayo a diciembre de 1631 los cuatro jesuitas bautizaron a 3.043 catecúmenos [Principio 2v.]

Los jesuitas instalaron una imprenta que enseguida estampó el Catecismo de Mateo Ricci y la Apologia hecha por Buzomi en Cochinchina. En este campo la misión de Tonkin también imitó la labor de la misión japonesa, que desde 1589 había editado una notable colección de libros en latín y en japonés, provisionalmente en Macao, luego en Katsusa, Kawachinoura y Nagasaki. Bernard-Maître parece infravalorarla al decir "une petite littérature s'était rédigée et imprimée avant l'édit de proscription de 1614".40

Repentinamente, el 28 de noviembre de este mismo año 1632, el chuâ Thai Do Vu Am empezó a hostigar a los cristianos acusándolos sin razón de haber robado unas cabayas en cierto templo budista de la aldea Qêset. La soldadesca del mandarín entró a saco en la misión, ataron al Padre Bernardino Reggio que estaba solo en casa, quemaron el asilo de los pobres, desguazaron la iglesia de Caùgín con la casa de los catequistas, y acarrearon las vigas al templo budista, dejando destrozada al imprenta que se había inaugurado ese año.

El rey se enteró del desorden y prendió a los soldados, los obligó a restituir lo robado y los tuvo presos dos meses en la cárcel del palacio. Pero en otros sitios la persecución continuó, porque el decreto real se fue publicando por todo el reino. Con todo, los misioneros seguían en libertad y la evangelización continuó hasta el punto de bautizar a 5.727 catecúmenos en el año 1632.

Destruida la iglesia de Caùgín, Ignacio. Thang convirtió su casa en iglesia, Paulo Nhoe hizo lo mismo en Canan, y León Ón Mac. Los cristianos de aquellos barrios se reunían en ellas y entre año se iba a decirles misa y dar la comunión a las mujeres, a las que no se les permitía entrar en la casa. Los domingos y fiestas los catequistas se esparcían para enseñar la doctrina y para predicar.

Al principio del año Than, 1633, el decreto real llegó a la provincia de Nghean donde estaba Mayórica. Los agentes del rey le retuvieron dos meses junto con sus catequistas Martinho, Miguel y Pedro Cuen, y confiscaron la casa y la iglesia. El caso llegó a oídos del rey y este hizo que el mandarín de Nghean les devolviera la libertad y la fama, además de los bienes robados.

En la orden del rey pudo influir la segunda llegada del capitán Pero Antunes a Kéichô en abril. El rey quiso ver por sí mismo todo lo que su enviaba de Macao a los misioneros y "retuvo mucho tiempo los libros que él iba viendo de noche a la luz de candelas, y prometió devolverlos, mas no lo hizo". En cambio les dio cabayas nuevas y 15.000 caixas grandes, repitiéndoles que no quería que sus súbditos aprendiesen la ley de Dios.

Durante estos pocos años la institución de los catequistas se consolidó. En 1633 "se dio el título de thai a Thadeu en Kéchô, y a Martinho en Nghean, y quedaron los thais anamitas ya cinco", los tres primeros que dejó Rhodes y los dos últimos preparados por Gaspar de Amaral y Fontes. El mismo año 1633 "se recibieron también otros como novicios: Miguel, André, Felipe, Jerónimo, Gil, Pedro, Antonio y Lucas Cou thóñ[sic]; y Thomé thang y Pedro ya corren como catequistas aprobados", también formados por Amaral y Fontes [ Principio 3v.].

La docena larga de catequistas y novicios recomendó poner por escrito las normas de vida religiosa que debían guiar la actividad común y nombrar un superior: "Este año (i. e. 1633) se les hicieron las reglas para que todos los catequistas las guarden y vivan en Kéchô más en forma de comunidad, teniendo a Thai Chico por superior y maestro para adiestrarlo en la predicación[ Principio 4]. Rhodes llevaba tres años fuera de Tonkin. Los catequistas siguieron aumentando y su trabajo dio frutos admirables, hasta el punto de conseguir ese año 7.652 conversiones.

En medio de dificultades la evangelización de Tonkin avanzó a un ritmo poco común. En 1634 se reinstaló la imprenta y se editó el devocionario en lengua anamita con caracteres chinos, En Thinh Hoa, durante la misa que oficiaba el padre Fontes, algunos cristianos vieron caer en su rostro la sangre de un crucifijo suspendido sobre su cabeza, hecho que interpretaron ser un aviso del cielo. En efecto, el Domingo de Ramos 9 de abril 1634 - año en que el rey nombró heredero a un hijo suyo - el artillero Alonzo de Figueroa mató a Andrés Espinhel. Irritado el rey, ordenó que ni los jesuitas ni nadie del navío volvieron a entrar en palacio, pero los misioneros continuaron su trabajo pastoral y evangelizador. En Kéchô murió enfermo en la media noche del 23 al 24 de mayo el padre Bernardino Reggio, que no había aprendido bien la lengua anamita, pero durante dos años y siete meses había sido muy útil a la misión como pintor y grabador [ Principio 4v].

El 5 de noviembre llegó, sin capitán, la galeota San Francisco Javier. Destinado a la misión venía en ella Martin Coelho, enfermo de disentería, con su dojuku japonés Agustín.41 También se añadió al grupo de misioneros Bento de Matos. En Bóchinh, donde seguía el catequista João Cang, varios allegados del gobernador sanaron gracias a las oraciones de los cristianos en 1634, y el acontecimiento sirvió para que muchos tonkineses pidieran el bautismo. Al año siguiente murió Ignacio, "uno de los tres con los que comenzó esta congregación de los catequistas" [ Principio 7v].

La noche del 28 de febrero de 1636 la misión de Kéchô quedó arrasada en el incendio de la ciudad y los misioneros compraron otro terreno para hacer casas de tierra más seguras. Nuevos misioneros siguieron llegando cada año, v. g. Félix Morelli y el hermano Bento Peixoto, Gianbattista Bonelli, visitador de Tonkin, con Antonio Barbosa y Raimundo de Gouvea, este último elegido para intentar de nuevo con Amaral la misión de Laos, etc.

También llegó a Bóchinh en 1638 el agustino portugués José de Mendonça, alias José de la Madre de Dios, que bautizó al gobernador de la provincia y a su mujer, pero parece que no permaneció mucho tiempo en Tonkin.

La falta de tiempo y espacio nos obliga a dejar inacaba la evolución de la misión de Tonkin, para volver a Cochinchina siguiendo las pisadas de Rhodes.

En 1638 Gaspar Luís, uno de los dominaban la lengua anamítica, dejo Cochinchina tras 14 años de trabajo al ser nombrado viceprovincial de Japón. Buzomi también fue a la Congregación Provincial en Macao (9-22 set 1638) y allí falleció el l de julio de 1639.

La situación en el reino seguía siendo ambigua, como desde su principio, y la evangelización, o al menos la libertad de los misioneros, estaba subordinada a los cambios de humor del monarca. En la ausencia de Gaspar Luís y de Buzomi, el rey expulsó a Giovanni M Leria y a Bento de Matos.

El visitador Antonio Rubino no se dio por vencido y recomenzó la táctica de los capellanes, la única forma de acudir intermitentemente al cuidado de los cristianos de la zona, unos 20.000, que suponían la inversión de gruesas sumas en los viajes y en regalos al rey y a los cortesanos. Los capellanes "eran llevados como presos, y retenidos en una casa determinada por los ministros del rey, y en ella. s tenían colocadas vigías continuas día y noche, y así estaban después de llegar hasta partir para Macao, para que no pudiesen comunicarse con los cristianos ni ejercer los ministerios de misioneros. Y los frutos que he dicho antes eran de noche, con grandísimo trabajo y riesgo de sus vidas. Y por esta causa contrajeron algunos grandes achaques y dolencias".42

El l de febrero de 1640, en un navío portugués que llegó a Faifo 4 días después, Rubino envió a Rhodes con Pedro Alberto, "perito en la lengua",43 y el hermano español Diego Barreto. Rhodes volvía a Cochinchina después de 14 años de ausencia: tres en Tonkin (1627-30) y otros diez en Macao (1630-39) como profesor de Casos. Alberto y Barreto retornaron con la nave a Macao y Rhodes se quedó solo en Cochinchina.44

Rhodes puso toda su alma en el cuidado pastoral de los cristianos convertidos por sus compañeros jesuitas y en el logro de nuevas conversiones. El 15 de julio de 1640 dictó a tres catequistas cochinchinos llamados Pedro, Juan y Andrés (protomártir de Cochinchina), una carta dirigida al papa Urbano 8° pidiéndole facultad para que un jesuita impartiera el sacramento de la confirmación.45 Al día siguiente escribió con optimismo al general Vitelleschi sobre el talante del rey de Cochinchina. El año anterior había tenido lugar una persecución particular en la que a diferencia de las persecuciones anteriores todos los jesuitas, incluido el superior Lería, tuvieron que dejar el reino, sin quedar ninguno escondido. Sin embargo el rey volvía a estar propicio, y por eso daba permiso para que los misioneros fueran con navíos portugueses.46

El optimismo de Rhodes no lo compartieron los jesuitas que volvieron a Macao, ni los que llegaron después a Cochinchina. En precaria condición estuvo con Rhodes el estudiante de teología Francisco Marques-Ogi, futuro mártir de Japón, cuando la nave que le llevaba a Manila para ser ordenado de sacerdote saltó a Turan desviada por los vientos en noviembre de 1640. Un mes después llegaron Bartolomé de Roboredo y Bento de Matos coma capellanes. Tampoco fue envidiable su situación, pues el 14 de abril de 1641, poco antes de su regreso de Cochinchina, Roboredo escribió que el rey, por medio de los mandarines, los había acosado desde diciembre de 1640 hasta su salida del país en abril del año siguiente.47

El acoso siguió adelante, y Rhodes mismo tuvo que rendirse a la evidencia cuando el rey le expulsó de manera extemporánea el 2 de julio de 1641 y le obligó a marcharse a Manila, donde llegó el 15 de agosto de 1641.

Por tercera vez volvió a Cochinchina en febrero de 1642 sin la compañía de ningún otro jesuita y se mantuvo 16 meses hasta su segundo destierro personal, ocurrido en julio 1643. En febrero de 1644 hizo su última tentativa. Ante el oscuro panorama que preveía por la oposición real, repitió con otros 10 catequistas cochinchinos la experiencia que había realizado en Tonkin. El 26 de julio presenció la muerte de su joven catequista Andrés, protomártir de Cochinchina.

En noviembre el franciscano Antonio de Santa María Caballero llegó a Turan (Da Nang, al sur de Hué) con un grupo de monjas clarisas españolas, expulsadas de Macao por las autoridades portuguesas.48 El trato que les dieron inicialmente los oficiales de Turan tampoco fue envidiable. Sin embargo tuvieron de su parte a Rhodes, que les ofreció alojamiento durante varios meses en una casa contigua a la pequeña iglesia de la Compañía.49 En ese tiempo el rey los llamó a la corte y los atendió diez días con amabilidad.

La suerte de Rhodes no siguió el mismo camino. En la Navidad de 1644 el rey decretó su arresto y el jesuita fue trasladado a diversos lugares vigilado por soldados hasta que el 11 de junio le llevaron a la cárcel de Sinhoa (Hue), y el 3 de julio de 1645 le notificaron que había sido condenado a morir decapitado. Un noble pagano intervino y el rey le conmutó la pena por el tercero y definitivo destierro, tras lo cual le llevaron al puerto de Faifo. El último adiós a Cochinchina lo dio el día de julio desde la nave de los mercaderes lusitanos que volvía a Macao.

A su vuelta a Macao, Rhodes participó en una larga consulta,50 convocada por el visitador Manuel de Azevedo desde julio de 1645 a febrero de 1646 para examinar un punto del viejo problema de la adaptación de los Ritos cristianos al oriente: la validez de la fórmula del bautismo en lengua vernácula, condicionada a la adecuación entre el término anamita "danh" y el inciso latino "in nomine". Sólo dos jesuitas, Metello Saccano y Rhodes, negaban la paridad, contra el consenso de los otros 38 consultores. Tras prolongadas discusiones, el visitador dio por concluido el litigio y prohibió volver sobre el tema, pero Rhodes y Saccano no acataron la orden.

En diciembre de 1645 Rhodes se ausentó de la consulta y dejó Macao para ir a Roma con el encargo de buscar ayudas para la misión, pero ya no volvería al Extremo Oriente. Probablemente fue el quien llevó una carta del provincial Amaral al general Vitelleschi (+1645) avisándole de la pertinacia de Rhodes: "Si el padre hablara ahí a V. P. sobre la forma del bautismo que se usa en la lengua de Tonkin, V. P. no le oiga, porque aquí si examinó y se halló conforme con las se Japón y de China, y el padre no tiene razón el lo que pretende, y sólo sirvo para inquietar a la cristiandad".51

Amaral acertó: Rhodes emprendió su largo viaje de cuatro años a Roma por mar y tierra, a través de Persia y Turquía (marzo 1649), en vez de utilizar las naves lusitanas. Luego se embarcó para Génova donde llegó en mayo, y de allí pasó a Roma el 27 de junio, poco después de morir el general Vicente Carrafa. Aferrado a su juicio expuso el caso a vicario Montmorency. Tras la negativa de este y de sus consultores, Rhodes sobrepasó los límites de la sensatez apelando al Tribunal de la Inquisición, "una acción que no agradó a sus compañeros del oriente".52

Menos aún les agradó otra reacción de más calado, lógica en un francés con alergia al Patronato portugués. Interpretando a su manera el "buscar ayuda para las nuevas Iglesias", puso en marcha su premeditado plan de desbancar con clero francés a la jerarquía del Patronato. Con tesón digno de mejor causa, al margen de sus superiores religiosos y desairando la labor de sus plurinacionales hermanos jesuitas en Vietnam, antepuso su patriotismo a los derechos de la Corona lusa y de la Compañía de Jesús, sancionados por los papas, y propuso a la Congregación de Propaganda Fide "dos proyectos sobre la necesidad del envío de misioneros, la urgencia de la formación del clero nativo, y de la presencia de obispo que podían ir con el título de vicarios apostólicos "in partibus infidelium" [López-Gay]. Quizá Rhodes ignoraba que sus propuestas iban a complacer a los heresiarcas jansenistas y a sus amigos infiltrados en la Congregación, decididos a destruir la Compañía de Jesús en Europa, desmantelando primero sus florecientes misiones de Asia Oriental a las que él pretendía auxiliar de una manera peculiar. La historia posterior demostró el error de Rhodes y su responsabilidad en el deterioro de las misiones católicas en China e Indochina.53

Con una visión más sensata, y sin prejuicios nacionalistas, el jesuita italiano Francesco Brancati pidió el 20 de junio de 1651 al general Carrafa que solicitara de la Santa Sede para China un obispo o patriarca independiente de Macao, y apoyó el deseo de sus 45.000 cristianos para que los jesuitas de Filipinas fundaran en Kiangsu y Chekiang, China, una misión española. No es posible juzgar si Brancati obraba así para replicar a la campaña de Rhodes. Una medida semejante hubiera podido evitar el desastre de las misiones de Indochina, fruto de las acerbas controversias de los jesuitas y otros religiosos con los vicarios apostólicos y sus clérigos franceses enviados por la Congregación de Propaganda Fide desde 1658.

Durante más de siglo y medio, desde 1615 hasta la Supresión de la Compañía de Jesús en 1773, los jesuitas desplegaron su actividad apostólica en Cochinchina, Tonkin y Champa inmersos en un clima de intereses comerciales y ambiciones personales poco propio a la evangelización. Su aleatoria presencia estuvo condicionada por la volubilidad y el autoritarismo de reyes y ministros, por la positiva oposición de los bonzos y por los motines de la plebe supersticiosa. Incontables fueron los destierros, personales o colectivos, que los jesuitas eludían con un disfraz de comerciante o con la fórmula legal de una capellanía en naves lusitanas.

Más duro fue desde 1662 el mencionado acoso moral y físico de los Vicarios Apostólicos, impuestos en Indochina y Siam por la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, que llegaron a expulsar de Tonkin y Cochinchina a los jesuitas de 1682 a 1693, y siguieron tratándolos duramente a lo largo del siglo 18. Es un tema delicado que reservamos para mejor ocasión.54

El conjunto de estos condicionamientos, añadidos a la inmensidad del territorio encomendado, motivaron el diseño de un apostolado itinerante para el que los jesuitas apenas daban abasto, con escasos domicilios fijos y centenares de estaciones subsidiarias, supervisadas por célibes del Seminario de Catequistas, también itinerantes en su mayoría. El cuidado diario de los fieles corría a cargo de cristianos responsables de cada comunidad, ayudados por asesores y monitores de sexo femenino que encauzaban la actividad religiosa de mujeres y niñas.

A pesar de todo, los misioneros de Vietnam dedicaron gran parte de sus energías a escribir y publicar obras de valor pastoral, literario y científico, muchas de las cuales se conservan, como puede verse en la biografía de cada misionero, y aquí omitimos por brevedad.

Una nota curiosa sobre la vida ordinaria de los cristianos de Vietnam en 1658 dice que no había cofradías de fieles "porque toda la misión es una cofradía".55 Esta frase no pasa de ser un tropo literario, pues sabemos que "el fin primario de las muchas Congregaciones que hay en esta misión son las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales". La congregación mariana de San Francisco Javier, fundada por el jesuita astrónomo Francisco de Lima en la corte de Cochinchina, tenía por fin bautizar in extremis a los niños hijos de paganos.56

Los historiadores y literatos franceses se han inspirado en el patriotismo de Rhodes para sublimar su figura en detrimento de muchas personalidades no francesas, beneméritas del Vietnam, como (por orden alfabético de sus apellidos) Gaspar de Amaral, Juan Antonio Arnedo, Giuliano Baldinotti, Manuel de Brito, Francesco Buzomi, Giuseppe Candone, Francisco de Chaves, Bartolomé da Costa, Bento Ferreira, Filippo Maria Fieschi, Antonio de Fontes, Domenico Fuciti, Andrés Köffler, Joao de Loureiro, Andrés Lubelli, Gaspar Luís, Isidoro Lucci, Estanislao Machado, Juan Bautista Maldonado, Juan Felipe de Marini, Pedro Marques-Ogi, Girolamo Mayórica, Giovanni Battista Messari, Felix Morelli, Francisco Nogueira, Andrés Palmeiro, Francisco da Pina, Francisco Rivas, Francisco Rodríguez, Metello Saccano, Giovanni Battista Sanna, Joseph Tissanier, Estanislao Torrente, Antonio de Torres, Onufrio Villiani y tantos otros beneméritos del sureste de Asia.

No es posible siquiera resumir sus valores, pero al llegar al final de mi exposición, no me resisto a silenciar una breve nota necrológica de uno de estos héroes de la misión de Vietnam, uno entre otros muchos, el jesuita Pedro Marques-Ogi, hijo de padre portugués y madre japonesa, biznieto del famoso daimyo cristiano don Francisco Otomo Sorin, amigo personal de Francisco Javier:

"La Iglesia de Cochinchina perdió en el padre Pedro Marques [ junior ] un gran ministro del Señor. Fue como ayo de aquella cristiandad, enseñándola y perfeccionándola por espacio de más de veinte años en la guarda de la ley divina. Era hombre de ánimo generoso, de rara prudencia, de admirable benignidad, y religioso de ejemplar virtud. Los japoneses, sus compatriotas, le respectaban por la nobleza de su sangre. Los idólatras le veneraban por la majestad de su rostro y los cristianos le amaban como a padre".57

BIBLIOGRAFIA

Manuscritos: ARSI (Archivum Romanum Societatis Jesu, Roma), códices Japsin 8 12 I 16 II 17-18 20 II 35 38 48 55 64 68 70-72 76 80 85 87-88 161 II; Goa 38 I.

Anónimo, *"Principio da Missão de Tun Kim e progreso della" 1626-1645, Japsin 88 1-10v; cit. Principio y n° del folio.

Anónimo, Vocabulário do Língoa de Iapan, Nagasaki 1603 (Edición facsímil, Benseisha Edit, Tokyo 1973).

Bernard-Maître, Henri S. J.,"Vietnam-Iran. Le P. Alexandre de Rhodes: 1660-1960", en Études n° 307 (1960) 3-4, pp 321-336.

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Laures, Johann S. J. Kirishitan Bunko, a Manual of Books and Document on the Early Christian Missions in Japan (Tokyo 1940). Supplement to Kirishitan Bunko (Tokyo 1941). Second Supplement to Kirishitan Bunko (Monumenta Nipponica VII 269-299, Tokyo 1951)

Lópes-Gay, Jesús S. J., "Las organizaciones de laicos en el apostolado de la primitiva Iglesia del Japón" en AHSI (Archivum Historicum Societatis Jesu) 36 (1967)9.

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-Documentos del Japón 1547-1557. Edit. Juan Ruiz-de-Medina (Roma 1990), MHSI vol 137.

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** O presente texto baseia-se numa conferência apresentada pelo autor, em língua italiana, no decurso da XX Semana Europeia, promovida por Universitá Cattolica del Sacro Cuore, Fondazione Giuseppe Tovini e Fundazione Ambrosiana Paolo VI, em Villa Cagnola di Gazzada, Varese, Itália, 4-8 de Setembro de 1998.

NOTAS

1 Giuliano Baldinotti, Macao 1626, ARSI (Archivum Romanum Societatis Iesu) cod. Japsin 80

2 Annua de Japón, Esteban López, Macao 31 de diciembre 1748, Japsin 87 doc 2° 12v.

3 Manuel Teixeira, Macau e a sua Diocese XIV 61.

4 Tristao Vaz da Veiga, Cochin 4 de febrero 1573, en ARSI Goa 38 I 160.

5 Teixeira o. c. 16.

6 dojuku.- El Vocabulário da língoa de Iapam (Nagasaki 1603, f.73) define así: "Dôjucu. Moços ou gente rapada que serve aos Bonzos nas teras".- Los ideogramas japoneses admiten otra versión latinizada (f.74): "Dôxucu. Vonaji yado. A mesma pousada, ou pousar na mesma casa".- Dojuku era un estado de vida (cf. Japsin 55 69), aunque no siempre perpetuo, al que sólo se admitía a varones, mientras que catequista era un oficio o trabajo, realizado a veces por mujeres. Kanbo equivalia a sacristán, sin obligación del celibato, suplente laico del misionero ante un grupo de cristianos. Komono eran los empleados para trabajos no cualificados.

Cf. DJ1 Apéndice

no.3, "Dojuku, Kanbo, Komono". La palabra dojuku entró enseguida y de forma definitiva en el vocabulario de los jesuitas de Japón, Macao, Vietnam, Filipinas, Islas Molucas, India, Roma, Portugal, Iberoamérica, Canadá etc. con las formas de doxico, dôgico, dógico dojuco, dojico, dojuco, dojuquu, doyuqu, doiucu, todas pronunciadas a la portuguesa.

7 Mateo de Couros [Isahaya 15 de febrero 1616, Japsin 35 49] expuso al general Claudio Aquaviva su sorpresa porque Valentin Carvalho abriera la misión de Cochinchina sin consultar a Roma.

8 Missão do Reyno de Cochinchina, Macao l de enero 1666, Japsin 48 52s.

9 Japsin 16 11 174; Japsin 35 200 203; Japsin 64 411 v.

10 Diego Carvalho, Japón l de enero 1620, Japsin 34 167.

11 Jerónimo Rodríguez, Macao 5 de enero 1617, Japsin 17 55vs.

12 Francisco Vieira, Macao 17 de diciembro 1617, Japsin 17 113 v.

13 Giuliano Baldinotti, Japsin 80 ls.

14 João Rodriguez Giram, Macao 20 de noviembre 1621, Japsin 72 8 v.

15 ibid f.3s.

16 Gaspar de Amaral al general, 21 de noviembro 1645, Japsin 80 34.

17 Francesco Buzomi al general, Nuocman [Quiphu] 12 de junio 1625, Japsin 68 36s.

18 Jerónimo Rodríguez senior al general, Macao 10 de diciembre 1624, Japsin 18 1 42v.

19 Rhodes a Mascarenhas, Faifo 16 de junio 1625, Japsin 68 13. Parece que Bernard-Maître exagera la capacidad lingüistica de Rhode:"Au cours de son existence voyageuse, il parviendra à lire et à parler onze langues, peut-être même treize!"; afirmació dudosa, dada la dificultad que tuvo para dominar la lengua china. Cf. Henri Bernard-Maître, "Vietnam-Iran. Le P. Alexandre de Rhodes: 1660-1960", en Études no. 307 (1960) 3-4. Pp. 323, cit. En adelante Bemard y n° de la página

20 Voyages et Mission du Père A. Rhodes, SJ. En la Chine et autres royaumes de l'Orient, Nouvelle édition par un père de la même Compagnie, pp.88, obra autobiográfica de Alexandre de Rhodes, reeditada por Auguste Carayon S. J., Paris, Julien, Lanier et Cie. Editeurs, 1854. En adelante cito Voyages y n° de la página. Cf. Bernard 326.

21 Rhodes a Mascarenhas, Faifo 16 de junio 1625, Japsin 68 13.

22 Gabriel de Matos a Vitelleschi, Cochinchina 5 de julio 1625, Japsin 68 17-18v.

23 Buzomi, 12 de junio 1625, Japsin 68 36.

24 Anónimo, "Relação de huma perseguição", Japsin 68 39-40v.

25 Buzomi, 13 de julio *1625, Japsin 68 28. Al fin de la carta otra mano corrige 1625 por 1626. Cf. "Relação de huma perseguição da Christandade de Cochinchina 1625-1626", Japsin 68 39-40v. y 41-42v, también de Buzomi aunque no lleva firma.

26 Bartolomé de Roboredo, Macao 27 de diciembre 1639, Japsin 18 1 195; cf 139 155s.

27 Jerónimo Rodriguez senior, Macao 10 de diciembro 1624, Japsin 18 1 42v; Buzomi, Cochinchina 13 de julio 1626, Japsin 68 28.

28 Anónimo, "Principio da Missao de Tun Kim e progresso della, 1626-1645", Japsin 88 1-10v; en adelante cit. Principio y n° del folio. El verdadero nombre de Julio Peani era Yamada Marino, nacido c. 1568 en Koga, cerca de Nagasaki, hijo del noble Koga dono. Murió en 1627, probablemente el 31 de diciembre.

29 Guiliano Baldinotti, Tonkin [1626], Japsin 80 1.

30 Baldinotti ibid. ls. En noviembre de 1626 Baldinotti terminó su Relatione del Viaggio di Tunkin, publicada en Roma, París y Dilinga en vida del autor.

Murió a los 40 años de edad en Macao el 29 de agosto 1631, dejando abiertas a sus compañeros de misión las puertas de en reino propico a la evangelización.

31 Baldinotti ibid. En esta carta aludió a sus conocimientos de matemáticas y astronomía, dato omitido por Rhodes. Según Pietro della Valle (citado por Sommervogel), Baldinotti era en gran matemático.

32 Rhodes dio este juico peyorativo del trabajo de otros por medio de intérprete, aunque él mismo lo había practicado en Macao durante 10 años desde 1630 y lo consideró fructuoso.

33 "Missam que se fes do Collegio de Macao ao Reino de Tonkin, cabeça de Cochinchina no anno de 1627", Japsin 72 88-127cv. El relato, sin firma, lugar ni fecha es de Pedro Marques senior, escrito en 1630. El autor remite a otra carta que envió al visitador Palmeiro el 25 de julio de 1627, cuatro meses después de llegar a Tonkin, Japsin 80 3-10v.

34 Rhodes a Vitelleschi, Cochinchina 16 junio 1640, Japsin 68 79.

35 Luís Fróis, História de Japam 1 81.

36 Cabral, Kuchinotsu 3 y 30 de agosto 1580, Japsin 8 1 267 284; Alejandro Valignano, Libro Primero del principio y progreso de la Religión christiana en Jappón.... Londres, British Museum Add Mss 9857c. 13, citado por TAL 185 n. 14.

37 Cerqueira, Nagasaki 12 de enero 1603, Japsin 20 11 154v. Cf. Schütte Introductio 380.

38 Aquaviva, 9 de febrero 1604, MHSI Monumenta Peruviana VIII 575. Cf. RDM, Documentos del Japón 1547-1557 Apéndice 3, Dojuku, kanbo, komono. López-Gay desarrolla este tema en AHSI (Archivum Historicum Societatis Jesu) 36 (1967) 23ss.

39 Gaspar de Amaral, 21 de noviembre 1645. Japsin 80 34.

40 Bernard, 327s; cf. Johann Laures, Kirishitan Bunko, a Manual of Books and Documents on the Early Christian Missions in Japan (Tokyo 1940). Supplement to Kirihistan Bunko (Bunko 1941). Second Supplement to Kirihistan Bunko (Monumental Nipponica VII 269-299, Tokyo 1951).

41 Japsin 68 31-35 v.

42 Andrés Gómez al general J. P. Oliva, Camboya 30 de octubre 1672, Japsin 76 402s.

43 Japsin 80 38.

44 Rhodes, Viaje apostólico de 1640, Faifo 28 de abril 1640, Japsin 71 164-170v; Voyages 108.

45 Japsin 68 47, copia latina.

46 Rhodes a Vitelleschi, Cochinchina 16 de julio 1640, Japsin 68 79.

47 Bartolomé de Roboredo, Cochinchina 14 de abril 1641, Japsin 70 1.

48 "E Macao expulsus, Antonius a S. Maria cum sororibus S. Clarae Manilam petere voluit, sed contrario mari Cochinchinas appellens, ibi per varias menses permansit donec Manilam potuit adire, Perez, Los Españoles en el imperio de Annam, AIA XVIII, 1922, 309-310" [Sinica Franciscana II 456 n.2]. " Anno 1644 decretum viceregis Indiae omnes Hispanos Macai residentes expulit. Itaque P. Antonius cum socio et monialibus S. Claire, in hac civitate morantes, quarum cura spiritualis P. Antonio commissa erat, mense octobri eiusdem anni Manilam profecti sunt. "Ob ventus autem adversos appulit ad regnum Cochincine; Hyspani calumniati quod pyrati maris essent vix decapitari effugerunt. At Rex iam certior factus eos Manille [ sic ] civitatis cives esse ad curiam suam invitati apparatuque regio ab eo excepti perhumanitus et honorifice tum a suis urbanizati ac festivati sunt" [SF II 323].

49 "Arribamos al lugar de Turon, por vernos casi perdidos y estar la embarcación, la mitad, llena de agua por la mucha carga y falta de las bombas, el tiempo y mar en gran tempestad. Venían cuatro padres Jesuitas con el padre visitador de Japón y China [Manuel de Azevedo], el P. Fray José de Mendoza y yo [Francisco de Jesús de Escalona ]; y víspera de Natividad fuimos todos a parar a la casa o iglesia de los PP. Jesuitas, que estaba en el monte; tuviéronnos allí las Pascuas; de allí a un mes allegaron los PP. Benito de Matos y Alejandro de Rhodes a la ciudad de Faifo, que es el puerto, que está medio día de camino de Turon, en cual no quisimos vivir por rázon del estado religioso, ni en poblado por ser la gente muy dada al sexto, y haber casa pública y convidarse las mujeres a los Portuguese" [Sinica Franciscana II 305].

50 Cf. Schütte, Textus Catalogorum Japoniae 1034, "Consultatio Macaensis anno 1645 habita de forma baptismi annamitici".

51 Gaspar de Amaral al general, 21 de noviembre 1645 Japsin 80 34.

52 López-Gay, notas inéditas. En ARSI Japsin 80 hay escritos de varios coetáneos, referentes al problema de la fórmula anamítica del bautismo.

53 Malcolm Hay, Failure in the Far East - Why and How the Breach Between the Western World and China Began (Wetteren 1956). El autor, basado en manuscritos inéditos, trata con dureza a los jansenistas, a un buen número de los apostólicos y a la Societé des Missions Etragéres de Paris, En un brave párrafo reconoce los méritos de esta Societé, que no era orden religiosa.

54 Véase el testimonio inédito del último superior jesuita, "Tunkino. Pro jesuitis er ex-jesuitis in Tunkino / post 1781 / auctore / ex-jesuita Onuphrio Villani, facto capucino: Fray Lorenzo de Faenza", ARSI Japsin 87 Documento 3°, ff 1-20v, copia sin firma, en italiano. En f. l v dice: "accuse.... contro dei Gesuiti o ex-gesuiti tuttavia dimoranti in Tunkino" etc.

55 Francisco Rangel al general Goswin Nickel, Macao 6 de febrero 1659 Japsin 80 136v.

56 Japsin 87 doc 2° 15v.

57 Andrés Gómes al general Juan Paulo Oliva, Camboya 30 de octubre 1672, Japsin 76 402s.

* Mestre pela Faculdade Pontifícia de Filosofia de Madrid e pela Universidade de Sofia de Tóquio. Historiador, especialista em assuntos relativos ao Japão, é professor e dirige o Departamento de Estudos Orientais do Instituto de História Jesuíta, com sede em Roma.

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